No se deje confundir. Si usted, como la mitad de los mexicanos, posee un aparato de televisión “analógico” –pantalla cóncava y tubo de rayos catódicos-, cuya utilidad le aseguran que será literalmente barrida por la revolución digital -el llamado “apagón analógico”-, debería pensarlo dos veces. Primero: no es solución desecharlo con el chatarrero o con el camión de la basura, pues cada televisor contiene más de un kilogramo de óxido de plomo –una sustancia altamente tóxica para el ser humano- y no existe actualmente una tecnología que permita reciclarlo.
Segundo: si bien, el gobierno de la república ha comenzado el reparto de millones de televisores digitales para eliminar estos modelos aparentemente obsoletos, la verdad es que con un decodificador de señal basta para mantenerlos en operación. La diferencia de costo es notable –aparatos de más de dos mil pesos contra unos 600 pesos de un decodificador marca Steren, por ejemplo-, pero el análisis se echa abajo ante la campaña de entrega de pantallas planas totalmente gratuitas, un programa pagado con recursos públicos que no incluyó un plan de manejo del enorme volumen de residuos que trae consigo.
De este modo, la “transición digital” significa un desafío ambiental y para la salud pública de enorme envergadura para Jalisco y el país, pues no se sabe a la fecha lo que pasará con quince millones de aparatos analógicos que serían sustituidos en los próximos catorce meses, hasta el último día de 2015.
La Sociedad Mexicana de Ciencia y Tecnología Aplicada a Residuos Sólidos (Somers), asociación civil, que preside la doctora Sara Ojeda Benítez, envió al presidente de la república, una larga carta donde le explica su preocupación. El texto fue recibido el 29 de octubre pasado tanto en la oficina de atención ciudadana de la presidencia. Detalla el caso:
“Se ha estimado que el programa generará al menos 378,675 toneladas de residuos de televisiones viejas [analógicas]. Tan sólo en el estado de Jalisco, por ejemplo, se pueden generar residuos en el orden de las 30 mil toneladas en los próximos meses”. Sin un plan de manejo, “las televisiones viejas llegarán a manos de desmanteladores formales -industrias, talleres- o informales -chatarreros, pepenadotes- que desensamblarán a destajo las televisiones para extraer los materiales fácilmente comercializables -metales como el cobre- y desecharán todo lo demás en la corriente de residuos sólidos urbanos o los depositarán o enterrarán en cualquier lugar sin control”.
Así, añade, “el aprovechamiento poco sustentable provocará que los componentes sin valor en el mercado se integren a la corriente de residuos urbanos llegando a los sitios de disposición final [que carecen de infraestructura adecuada para recibirlos] o serán dispuestos de manera ilícita, generando en ambos casos una grave contaminación, afectaciones a ecosistemas y a la salud pública”. La legislación mexicana señala que los residuos eléctricos y electrónicos “son residuos contaminantes que no deben enterrarse en sitios municipales”.
Por si fuera poco, “no existe un mercado ni uso seguro para los tubos de rayos catódicos que contienen las televisiones analógicas. Estos tubos contienen cantidades significativas de óxido de plomo, un metal pesado que es un residuo peligroso. Con base en el número de televisores que serán sustituidos, se podrían generar hasta 19 mil 615 toneladas de óxido de plomo en este proceso a nivel nacional. Se tiene la creencia errónea de que el plomo encapsulado en el vidrio está estable y no causa lixiviación, sin embargo, puede liberarse bajo fuego [incendios provocados o accidentales] o bien expuesto a humedad en contextos de flujo de lixiviados en la matriz del sitio de disposición final”.
A esto se agrega que “no hay empresas en México que garanticen una alternativa tecnológica viable, ambientalmente sustentable ni con capacidad suficiente” para este manejo. Y tanto las autoridades municipales como las estatales están totalmente rebasadas por el desafío.
Pero no se ha recibido más respuesta que una carta de presidencia en que les piden conectarse con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) para que les den el plan de manejo. Lo cual no ha sucedido, aunque día con día, cientos de televisores obsoletos se tiran como basura a las orillas de las ciudades. Pues los ciudadanos, confundidos entre poca información, no se la piensan.
No hay plan de manejo
El Programa de Trabajo para la Transición a la Televisión Digital es auspiciado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; “considera la entrega de televisores digitales gratuitos a 13.8 millones de hogares inscritos en el padrón nacional de beneficiarios de los programas sociales de Sedesol, ubicados en zonas de alta marginación”, detalla el documento de la Somers.
“Establece como su segundo objetivo proteger al medio ambiente de los impactos negativos que pudieran ocasionar […] para ello propone establecer un plan de manejo para los televisores analógicos desechados producto de la transición. De acuerdo con el cronograma propuesto en el Programa, este Plan de Manejo debería haber iniciado en mayo de 2014, sin embargo, hasta la fecha no se ha dado a conocer”, añade.
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