Desde su inauguración, el 30 de abril de 1956, la Torre Latinoamericana, obra ejemplar de la ingeniería mexicana, ha sido imagen icónica de la Ciudad de México. Ahora, con seis décadas de vida, busca renovarse para convertirse en un edificio moderno.
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Así lo aseguró Rodrigo Amerlinck Assereto, presidente del Consejo de la Torre Latinoamericana, quien comentó que el inmueble, catalogado como monumento artístico por el INBA, tiene en pie un proyecto de renovación exterior.
Aclaró que requieren de un permiso de parte del gobierno de la ciudad, el cual no ha sido otorgado, aunque ya se cuenta con los correspondientes del INBA e INAH.
El también fotógrafo destacó que el edificio fue el más alto de la ciudad desde su edificación, en 1956, hasta 1972, año en el que se completó el World Trade Center, entonces Hotel de México. Además, el edificio, catalogado como el sexto rascacielos más alto entre 1933 y 1960, sirvió como ejemplo para la cimentación y construcción de futuros edificios en el mundo, toda vez que se edificó en una zona de alto riesgo sísmico, puntualizó.
El proyecto pretende renovar de manera íntegra el inmueble, respetando siempre los materiales originales con los que fue construido en 1956.
MRF