Son las cuerdas del piano, el crujir de la madera en el violín, el aire que acarrea consigo el murmullo del saxofón; cuerdas que se presentan, junto con la percusión de los tambores, al frente de un sonido que se acrecienta hasta alcanzar una atmósfera de temblores al son una cúspide emocional colectiva.
Es en ese lugar intangible en el que Black Country, New Road (BC, NR) nos regala una catarsis más allá del individuo, una extensión del espíritu que fluye en una marea sentimental y hacedora de recuerdos. Esa es la capacidad cualitativa del arte, una unión más allá del lenguaje, que refresca la validez de nuestra existencia y se convierte en una columna que soporte los cimientos sobre los que aparecemos de la manera más visceral.
Forever Howlong es el nombre del nuevo proyecto de los británicos, una deconstrucción del tiempo mismo y una visión efímera del futuro; siempre el futuro.
“Para reencarnar se requiere esfuerzo y tiempo. ¿Cuántas veces más tendremos que hacerlo? ¿Llegará a su fin? Probablemente, en algún momento, sí. Pero se trata de aceptar la inevitabilidad de que algo termine. Eso es algo bueno, te hace valorar más lo que hay en el presente”. Así lo plasma Tyler Hyde, vocalista, liricista y bajista de la banda.

Frente a una computadora, ligados por incidencia temporal a una pantalla que hace las veces de lugar común, Lewis Evans (instrumentos de aire y voz), Charlie Wayne (batería) y Hyde, comentan sobre la intencionalidad que hay detrás de este último LP.
Esta ocasión, siguiendo la dinámica compuesta en el penúltimo proyecto de BC, NR, Live at Bush Hall, se presenta como un compás entre lo afable y lo ambiguo. A diferencia de los anteriores esfuerzos de la banda, Forever Howlong permanece fulgurante bajo el concepto de compañía como arma principal ante la melancolía del paisaje. En Ants From Up There, segundo álbum del conjunto, el clamor era otro; un grito de ayuda, un grito grave y áspero, una rugosa identidad masculina.
Desde For The First Time, el primer álbum de BC, NR, el nicho ya se había construido. Sin embargo, el recorrido de la agrupación, sus líricas, la música, atraían a un grupo de fanáticos “mayormente masculino”, o al menos así lo describe Lewis Evans.
“Realmente notamos un cambio en la audiencia, o en nuestra audiencia en vivo más bien, cuando lanzamos Live at Bush Hall. Hubo muchas más mujeres en el público, era mucho menos dominado por hombres. Eso hizo que el ambiente en los conciertos se sintiera más acogedor”, comentó Evans.
Esa es tal vez, la razón por la que Forever Howlong se respalde con una máxima artística: contar lo específico para propagar un sentimiento universal.
“Es un sentimiento compartido, la monotonía en la normalidad llega a los espacios más remotos a lo largo de la vida. Esto convierte a la experiencia banal en una unión profundamente emocional”, describe Evans sobre esta nueva forma de interpretar la realidad.

Sin ningún espacio para la duda, la evolución sonora y lírica de la banda es aparente. Lo que antes era una voz indecisa, alternando entre el canto y el habla, se convirtió en una armonía de voces femeninas entre coros más bien angelicales. Las guitarras eléctricas pierden parte del foco principal y lo ceden a las vibraciones más barrocas, más eclécticas, de la mandolina o el banjo.
La reinvención de BC,NR se hace desde una nueva manera de percibir la expresión. El arte de compartir con el que está de frente y no como un estímulo de la decadencia emocional.
“Incluso estando en la banda, la música anterior me resultaba muy poco identificable a nivel lírico. […] Para mí y para muchas otras personas, el tipo de experiencias que se compartían, simplemente eran impenetrables. […] Tener tres compositores y letristas ayuda a ampliar los estilos y el espectro de lo que podemos crear. La música se vuelve más accesible y, sí, creo que más personas pueden conectar con ella”, dice Hyde sobre el nivel de expresión al que la agrupación acaba de llegar.
"Puede que no sea el mejor jinete ni el mejor luchador / pero creo que me gustaría ser un poco más ligero / podría intentar quitarme el casco de hierro / y entregarme a los recuerdos”.
De autoría de May Kershaw, esta es una estrofa del último sencillo de Forever Howlong, For the Cold Country. Aquí hay algo más que la historia de un caballero dejándose por completo en la batalla. El redescubrimiento personal será siempre un aspecto prevalente para la conexión entre el ser y el universo. El pasado no se puede ver, no hay tacto ni pulso, existe como fantasma en el interlocutor, y los recuerdos dan vida a un futuro que se desenvuelve con prisa, sin miedo y sobre la manta enorme que cubre el paso raudo en la misma tierra fértil.
evt