Para los Ángeles Azules la tradición del Día de las Madres no solo fue diferente por el confinamiento que ha provocado el coronavirus, sino por el reciente fallecimiento de doña Martha Avante Barrón, su mamá, quien no solo les dio la vida, sino que fue la creadora y principal impulsora de la agrupación de Iztapalapa.
No hubo la clásica reunión de la familia Mejía Avante, como marcaba la tradición, ni la rica barbacoa que degustaban cada 10 de mayo; sin embargo, la obra de doña Martha la mantendrán vigente, pues el grupo que integró con sus hijos en la década de los 70 sigue sonando y ahora lo hace con “La cumbia del infinito”, uno de sus grandes éxitos que han reestrenado con una nueva versión y que ahora forma parte de su nueva producción musical, De Buenos Aires para el mundo, que los Ángeles Azules hicieron con varios intérpretes y músicos argentinos.
Jorge, el compositor, arreglista y músico de la agrupación, y quien además es arquitecto-ingeniero, “pues mi madre siempre nos dijo que teníamos que tener una carrera alterna a la música”, atiende la llamada de M2.
¿Cómo les va de estreno?
Muy bien. Hemos tenido muchas visitas con “La cumbia del infinito”, que es el tema que estamos promocionando.
¿Cómo fue la experiencia, considerando que aunque se trata de uno de sus clásicos, ahora tienen otra versión?
Grabamos “La cumbia del infinito” en 1993 y la dimos a conocer en 1994, pero ahora en el nuevo disco se hizo un trabajo que incluye a intérpretes argentinos; en este tema hacemos mancuerna con Pablo Lescano, vocalista del grupo Damas Gratis. Hace unos días estuvimos en Buenos Aires, donde tocamos en el teatro Benevolente para presentar el material; fue una experiencia muy bonita, sobre todo, porque la gente recibe muy bien nuestra música. De hecho, nos han dicho que desde los años 90 nuestro sonido fue muy bien aceptado a través de temas como “Entrega de amor” y “Cómo te voy a olvidar”, entre otros.
Tú eres el compositor de los Ángeles Azules. ¿Qué te inspiró para escribir “La cumbia del infinito”?
El sonido te da una imaginación como si estuvieras en el espacio, por el que trae el inicio del piano y todos los que van intermedios. Es una cumbia que desde el principio te pone a bailar. En México, recuerdo que en la primera versión entró muy fuerte, todos los sonideros la escucharon y la incluían en sus presentaciones.
Aunque ahora se están escuchando con este tema, ¿cómo ha cambiado su rutina por el confinamiento?
Estamos en nuestras casas, tenemos muchos compromisos, pero por ahora nadie puede salir.
¿Cuándo y cómo descubriste que tenías habilidad para componer?
Estudié en el Conservatorio de Ciudad de México, en la Escuela de Educación Artística del INBA y en la Escuela Libre de Música cuando era muy niño, ahí tomé muchas materias: solfeo, educación artística, acústica, composición, y poco a poco esos conocimientos te van dando las bases para crear. Me gusta tomar los tonos alegres o románticos, como en “Cómo te voy a olvidar”, que es una canción romántica, pero te hace bailar, o “17 años”, que es un tema bonito y también bailable. Siempre pienso en que la gente va a una fiesta a bailar, a divertirse.
Fue la primera vez que no estuvo su mamá, quien fue la principal promotora del grupo, en este día. ¿Tenían alguna tradición con ella?
Ellos fundaron el grupo. Mi mamá siempre dijo: “Yo prefiero que mis hijos estén con sus instrumentos musicales aquí en la casa a que se me salgan y se me echen a perder en la calle. Por lo menos de músicos les dan de comer en las fiestas”. Éramos ocho hermanos, entonces mi mamá y mi papá, en 1973, en lugar de juguetes llegaban con instrumentos musicales de Día de Reyes. Y así empieza a formar su grupo. Mi mamá hacia los contratos, recibía el dinero y repartía las tarjetitas para que nos contrataran en las plazas, en las explanadas, como Iztapalapa. Nos fue integrando. Mi papá se ocupaba de los instrumentos, de las cuestiones técnicas, y ella administraba, nos acompañaba a todos lados, recorrimos todo Texcoco, desde Los Reyes La Paz hasta Montesillos.
Pero también tuvo la dicha de ver el éxito que alcanzaron más allá de México...
Sí, mi mamá anduvo con nosotros por Estados Unidos, Argentina, todo México, porque administró al grupo hasta hace pocos años, cuando ya se le dificultaba caminar, fue que ya no nos acompañaba. Su muerte fue un dolor muy grande porque la amábamos; ella nos formó y, junto con nuestro padre, a todos nos hizo tener una carrera profesional alterna a la música. Mi mamá decía: “Cuanto sabes, cuanto vales”.
¿Tenían alguna tradición del 10 de mayo?
Siempre nos ha gustado la barbacoa, nos reuníamos para estar con ella, y cuando teníamos alguna presentación y no podíamos verla, posteriormente desayunábamos o comíamos con ella. Lo que si le festejábamos en grande era su cumpleaños, el 19 de enero; todavía este año le hicimos su fiesta.
¿Le escribiste alguna canción?
Sí, le compuse “Amor de amores”, que además le gustaba mucho, y “Por el amor a mi madre”, que es para todas las madrecitas. Mi hermano Alfredo le compuso “Martha”.