Después de la derrota ante Jefes de Kansas City en el estadio Azteca, Philip Rivers se presentó ante los medios de comunicación con tristeza en su rostro. El mariscal de campo de los Cargadores de Los Ángeles sentía frustración al lanzar una intercepción en la última jugada de su equipo, la cual pudo haber sido el touchdown del empate si es que Daniel Sorensen no se quedaba con el ovoide.
“Sí, sí, lo es. Es duro. Sabíamos lo grande que era este juego. No lo logramos (ganar)”, comentó el veterano de 16 campañas.
Rivers negó sentir molestias por jugar en el estadio Azteca e incluso destacó la fiesta que se vivía en las tribunas, como una experiencia grata para él.
“El ambiente era asombroso y los fanáticos fueron geniales. El estadio era increíble, lo grande que era. Los fanáticos estaban en el juego, una multitud muy entusiasta. Fue grandioso”.
Cuestionado por las cuatro intercepciones que tuvo ante los Chiefs, Rivers se defendió al decir que solo es un juego de futbol americano, aunque explicó a detalle su respuesta.
“Quiero decir, ya sabes, si puedes elegir y nunca tirarlos, elegiría lanzar cero, ciertamente no quiero tirarlos, sé que nos está haciendo daño en este momento”.
Por último, también habló del apodo que los mexicanos le han puesto desde hace algunos años: Felipe Ríos, un mote que aprecia.
“Escuché eso entrando al hotel el domingo por la noche. En realidad fue bastante conmovedor para ser honesto contigo”.
