Ricardo Marcos, titular de Conarte, puede sentirse orgulloso de que en uno de los años más difíciles de que se tenga memoria para la cultura en Nuevo León, su equipo del Teatro de la Ciudad haya sacado adelante la Semana de la Dramaturgia Nuevo León 2017. En un contexto desfavorable, de recortes desde la Federación y del propio estado, el fenomenal gestor cultural que es Roberto Villarreal se vio obligado a repensar las muchas actividades que hacen de la actividad teatral de Monterrey un polo de desarrollo a nivel nacional. Entre él y su brazo derecho, Gloria Chapa, salvaron el año suprimiendo lo menos posible las muchas actividades, encuentros y festivales que organizan, amén de la programación de los espacios que habita el gremio artístico para atender a la sociedad regia. Esta situación precaria —que en otros estados llevó a la parálisis— fue sorteada pero de ninguna manera debiera repetirse.
Con la participación de directores locales como Alberto Ontiveros, Arturo Torres, Viridiana Tamayo, Yésica Silva, Gilberto Loredo, Rashid Marcos, Alex Saavedra, Carlos Borjas, Iván Flores y Natalia Quintero, los textos de los autores seleccionados para la Semana de la Dramaturgia cobraron vida. Y deseo nombrarlos en primera instancia porque gracias al espléndido nivel que imprimieron a las lecturas (vitaminado por un taller de Angélica Rogel) es que los protagonistas de esta fiesta de la escritura teatral salieron realzados y bien comprendidos.
Paradoja lamentable nos parece que los países que componen Iberoamérica, compartiendo el mismo código lingüístico, seamos entre nosotros grandes desconocidos. En general, la mirada de todos los países hermanos por su lengua madre suelen mirar a Europa o Norteamérica y no al vecino. Al intentar poner su grano de arena, la Semana de la Dramaturgia suele invitar a escritores significativos de sus regiones. En otras ediciones de este encuentro se ha contado con dramaturgos de Argentina, Uruguay y España. Este año tocó a Chile con la visita de las dramaturgas Ximena Carrera y Lucía de la Maza, y a Colombia con la presencia de Camilo Casadiego. Resultó inevitable que los temas de la dictadura-posdictadura en el primero, y la prolongada guerra y proceso de paz en el segundo, formasen parte de los intercambios entre artistas y público. Del país se contó con Antonio Zúñiga, Sergio López Vigueras y José Manuel Hidalgo, en tanto que los dramaturgos regios presentados fueron Samuel Rosales, Vidal Medina y Jorge Silva.