Más Cultura

Selfies con sirios

SEMÁFORO

Porque no quiero atraparme en la conmiseración y el estrujamiento de tripas y ánimo a que me empuja la fotografía de un niño ahogado y arrojado a la playa como escombro del mar. Porque no hallo descripción sensata de los botes atestados, a la deriva, o de los andenes de Budapest. Porque no se vale el regodeo de condolerse y jugar al santurrón que expía pecados ajenos. Y porque no se trata del estado de mi conciencia, el repetir que Europa tiene la culpa del masivo éxodo sirio y que Occidente es genocida y ha fallado radicalmente no es sino llevarlo todo a la dimensión del narcisismo.

Engullir culpas y subastar expiaciones no es sino la ronda de la egolatría. Los europeos se equivocan cuando, en vez de criticar su burocracia, salen a pescar culpas. “A por ellas...”, dirían en España.

Tampoco las cosas se arreglan en el toma y daca de las acciones buenas y las omisas. Europa recibe y trata de acomodar a decenas de miles (el éxodo se calcula en 4.5 millones); Canadá, Estados Unidos, Brasil (los americanos involucrados en la guerra siria) han dicho que recibirían a tantos y cuántos refugiados. Mientras, los países ricos del Golfo Pérsico y Arabia Saudita han recibido, en total, cero refugiados. La mayor carga la llevan los que no son ricos: Egipto, Turquía, Líbano, Jordania, Iraq.

Ante los desgarramientos de vestiduras civiles y occidentales, conviene mostrar un punto: Occidente, en sus estados nación, en efecto está cubierto de culpa, vergüenza y burocracia (que suma a las anteriores y las vuelve sistemáticas). Los valores occidentales, sin embargo —las libertades básicas, civiles y políticas, la presuposición de semejanza, la tolerancia como imperativo...— son lo único que vale la pena rescatar de todo este horror. Notable que los ciudadanos, las personas, interpelen a sus estados y demanden una apertura mucho más generosa, incluso a sabiendas de que tendrán que pagar ellos los costos y las incomodidades de un futuro bastante próximo. Y eso, en medio de la caída de sus expectativas de beneficios sociales (pensiones, edad de retiro...). Los europeos han sido encomiables porque la civilización occidental ha creado eso: personas, población civil que presiona a sus gobiernos a que abran las puertas.

Los gobiernos han sido despreciables. Occidente no debió ser esos sistemas que mastican gente, sino algo más importante y más profundo: una empatía que no puede suponer que ningún ser humano, en ninguna condición, pueda dejar de ser un semejante. (México y Turquía deben aprender esa lección: los migrantes no son profanadores de suelo sacro).

La recepción de migrantes parirá conflictos urbanos y tocará grupos enteros con resentimiento (obreros que pelearán plazas con mano de obra más barata, niños que al crecer se verán a medias como víctimas, a medias como segregados, pero no como ciudadanos iguales). Los europeos son bravos con su moral: saben esto y lo aceptan. Puede ser pose, una selfie con excusa de sirios, un flash mob de nuestra ética, una instalación donde la condena a otros nos salva a nosotros, o puede ser reflexión profunda y decisión responsable. O las dos. No importa: algo de Occidente ha arraigado bien. En las personas, no en los sistemas.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.