“Hay una especie de auge en la publicación de libros autobiográficos de estrellas de rock, e inclusive me da curiosidad saber si esto es por el declive en la venta de discos, pero lo que he podido ver en estos es que muchos se basan en una parte que puede que a muchos les interese pero que creo que es un poco cliché: los excesos, las drogas, el sexo, etcétera, y este caso es muy curioso porque al final en una pequeñísima postdata Bernard dice: si hubo drogas, si nos emborrachamos pero eso no era lo interesante’”, explica el editor Eduardo Rabasa sobre New Order, Joy División y yo (Sexto Piso, 2016), autobiografía del músico Bernard Sumner recientemente presentada en bar WAVE.
En el volumen, el guitarrista de Joy Division y líder de New Order hace una narración de su vida comenzando desde su difícil infancia, las razones por las que decidió adentrarse al mundo de la música, y lo que sucedió al ya consolidarse como un músico reconocido dentro de ambas bandas, como lo que significó para él el suicidio del vocalista Ian Curtis y lo difícil que se tornaría su relación con el bajista Peter Hook, además de contar anécdotas referentes a los éxitos musicales de su carrera.
“Y eso para mí como editor y lector resulta muy importante porque los libros de este tipo que se centran en la parte de los excesos no ofrecen variedad y terminan siendo lo mismo. A pesar de que se trate de esas grandes estrellas del rock, me interesa su lado más humano. Íntimo y cotidiano, y en el libro de Sumner esto está presente, como en esa parte donde narra su infancia súper dickensiana: su mamá con parálisis cerebral que se casa con un señor igual que el pega o la parte de la tío loca que va a su casa y les dice que viene un señor con un hacha a matarlos; y Sumner posee la sensibilidad literaria para contar historias como esas”, agregó el colaborador de MILENIO.
Por su parte, el escritor Julio Martínez Ríos expresó que a pesar de que Sumner aborda capítulos amargos de su vida en el libro, no desperdició la oportunidad de contar acerca de la parte su prodigiosa y creativa, como en la parte donde narra que él mismo armaba sus sintetizadores, porque en aquella época estos eran instrumentos propios de los laboratorios de los conservatorios de música o de escuelas muy experimentales, “no se podían conseguir comercialmente, y a partir de eso que hizo consiguieron el sonido de canciones como Blue Monday”.
“Y esa es una gran virtud del libro: no habla solo de eso que ya había dicho sobre él, sino que también nos cuenta el cómo hicieron las cosas dentro del estudio de grabación, cómo se las ingeniaban para tocar equis cosa, y hay muchas biografías en el mercado que se saltan esa parte, lo cual para los entusiastas de la música es muy importante pues aprendes a valorar y a querer lo que hacen los músicos”.
Además, Martínez aseguró que mientras en otras grandes biografías de músicos legendarios como Slash o Anthony Kiedis, el vocalista de los Red Hot Chilli Peppers, existe el apoyo de un periodista al que los músicos le contaron su vida para que este ensamblara su historia de una manera más literaria, el caso de Bernard Sumner, este trabajó solo.
“El libro es un problema tras otro, y como lectura es muy adictivo porque cada capítulo te deja picado: ‘y nos pasó esto, y entonces teníamos que hacer una canción para el mundial de fútbol de la selección inglesa’, y ¿cómo van a resolver eso?,pues ese ya es el tema del otro capítulo. Desde el punto de vista narrativo si te va dejando con ganas de saber que sigue”.