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Presencian la Pasión de Cristo en el Fundidora

Unos 60 actores locales escenificaron cada una de las 14 estaciones del Vía Crucis, dándole un toque de dramatismo a las escenas.

El Cristo temblaba por el dolor y la sangre perdida, luego de los 100 latigazos que le propinaron los soldados romanos, por las órdenes de Poncio Pilatos.

Fue una de las escenas dramáticas del viacrucis organizado por el Movimiento de la Renovación Carismática en el Espíritu Santo, en el Parque Fundidora.

El padre Jacobo Salinas da un mensaje a la concurrencia sobre lo que vivió Jesús en el Monte de los Olivos.

Unos 60 actores locales escenificaron cada una de las 14 estaciones del Vía Crucis, dándole un toque de dramatismo a las escenas.

Algunos de los aproximadamente dos mil asistentes comentaron que las escenas tenían mucho parecido con las de la película La Pasión de Cristo.

Incluso un personaje siniestro, similar al del filme, apareció caminando entre la gente y los protagonistas, pero de manera callada, como si supervisara la acción de los sumos pontífices que exigían la condena a muerte del que se había hecho llamar el Rey de los Judíos.

El Vía Crucis viviente inició junto al Horno 3. Ahí, Jesús fue llevado ante un Pilatos adusto, duro, pero dudoso en condenarlo a muerte como se lo pedían.

Fue llevado a un Herodes sibarita, un tanto afeminado, que pedía la gracia de un milagro, y al no recibirlo, pidió lo quitaran de su vista.

Quizá la escena más dramática fue cuando Pilatos ordena le den azotes a Jesús. Lo llevan a un lugar rodeado por cortinas negras, y sólo se escuchan los ruidos de los latigazos al caer sobre su espalda. Cuando abren, aparece un tronco donde evidentemente fue atado el Mesías, y él aparece, temblando y jalando aire desesperadamente por la boca.

La escena logró el silencio del público, y lo introdujo en la Pasión de Jesucristo. Como lo hicieron sus discípulos hace casi dos mil años, la gente fue tras él, mirando con horror como los soldados romanos se ensañaban con Jesús, y cómo los fariseos pedían a gritos su muerte.

El Vía Crucis avanzó por los corredores del Parque Fundidora, y a su pasó halló a las mujeres que lloraban por él, a la Verónica que le limpió el rostro sangrante con un pañuelo donde estampó su rostro. Igual Simón El Cireneo, que le ayuda a cargar la cruz.

La escena de la crucifixión en el Gólgota se realizó en un montículo aledaño al Parque Acero. Miles de personas presenciaron las siete palabras que exclamó desde la cruz, la discusión entre los dos ladrones crucificados con Jesús, y las promesas de resurrección a Dimas.

Consumatum Est, dijo Jesús, y la función terminó. Ya cada uno, mientras se retiraba, inició su reflexión personal.

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