Puede parecer muy lúgubre, pero en realidad está muy alejado de ello, hoy por hoy hablar de un panteón puede parecer un tanto obtuso, sin embargo, aquellos que han tenido la suerte de viajar por los Estados Unidos o por Europa, saben que es común visitar panteones.
Algunos ejemplos de ellos son, a manera de ejemplo, los cementerios de Père Lachaise, en Francia; Highgate, de Londres; La Recoleta, en Argentina; o el famosísimo cementerio de Arlington, en el estado de Virginia en los Estados Unidos. Hoy hablaremos de uno más humilde y desconocido, se trata del Panteón de San Antonio, en Parras, Coahuila.
Hace unos días pasé por ahí, y fue irresistible el deseo de transportarme casi 200 años en el tiempo, para ver y admirar este camposanto, que inició en el año de 1825 y que conserva todavía, los monumentos que sirvieron para dar sepultura a muchos lugareños de esas épocas.
Si bien, me cuentan, últimamente ha habido algunos profanadores de tumbas que causaron algunos destrozos, en general el lugar se mantiene a pesar del paso inevitable del tiempo.
Leo, por otro lado, en la internet, que el Ayuntamiento de Parras de la Fuente pretende remozar el panteón con ayuda del Instituto Nacional de Antropología e Historia y crear un paseo dentro del panteón como un atractivo turístico más de este bello Pueblo Mágico.
Ojalá esto se lleve a cabo pues será ése un esfuerzo que causará otro atractivo para el turismo, pues los panteones antiguos siempre tienen un gran atractivo porque nos muestran una historia aún viva del lugar, así como de su arquitectura y bonanza económica.
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