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Las telas superpuestas,
la sensación pesada y dócil
de unas ropas que enuncian
una lujuria sofrenada,
el broche que clama delicadamente
ser abierto, y la peineta casta,
esa peineta que contiene
—que presagia—
la cascada de la cabellera.
Quizá habría que recomenzar
por allí:
por la espiral
del peinado,
su embrujo
antiguo y animal.
Rueda de hipnosis
que no gira,
torbellino racional
—pero no púdico—:
falso beso de pelo
que atrapa
en su succión inmóvil.
*Este poema forma parte de Nu)n(ca, galardonado con el Premio Internacional de Poesía en Lengua Española Manuel Acuña 2014.