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“Mi novela, meditación sobre la ética del mal”: Marçal Aquino

Entrevista con el escritor brasileño Marçal Aquino sobre su novela El invasor.

Un par de amigos ingenieros contrata a un sicario para que asesine al socio mayoritario de su despacho. La razón obedece a su negativa para involucrarse en un proyecto de construcción con el gobierno de manera ilegal. Presa del miedo, Iván, protagonista y voz narrativa de la historia, intenta retroceder en el plan. Sobre esta línea se mueve El invasor (Océano), de Marçal Aquino (Amparo, Brasil, 1958).

El origen de la novela es un tanto extraño, reconoce el brasileño. Empezó a escribirla en 1997 pero la dejó de lado, para trabajar el guión de una cinta homónima, dirigida por Beto Brent. Solo años después pudo retomarla. “No sabría decir si cambió el sentido del libro tras aquella pausa, siempre descubro lo que va a suceder sobre la marcha”, advierte el autor en entrevista.


La novela parte de una reflexión sobre la violencia…

Cierto, yo quería mostrar lo que sucedía en las calles de Sao Paulo. Me interesaba reflexionar sobre la indiferencia de la gente ante la violencia. Mi novela es una meditación sobre aquel momento y, desafortunadamente, hoy te puedo decir que las cosas empeoraron tal como sucede en México. Por desgracia no ha perdido actualidad e incluso puede vincularse con varios países de Latinoamérica.


Aunque me parece que El invasor es ante todo una novela sobre el miedo.

Sí, sobre la paranoia. Iván, el protagonista, descubre que no conoce enteramente a las personas y por tanto siente que es traicionado por todos. La paranoia es algo central. Quise narrarla en primera persona porque me interesaba que la gente sintiera la pesadilla del personaje.


¿Iván podría ser una especie de metáfora de una sociedad presa del miedo?

Desde luego, con la diferencia de que Iván se siente capacitado para hacer algo que en realidad lo vence. Él es el personaje más flaco y medroso. Su socio, por el contrario, es más firme y está mejor preparado para seguir adelante hasta las últimas consecuencias. Hay momentos y situaciones en las que es imposible retroceder y El invasor es un ejemplo.


En este sentido, la novela plantea un dilema moral…

En tanto que es una ficción es una fábula moral. En la génesis de la novela lo primero que tuve fue el nombre: El invasor. No sabía de qué iba a tratar. Sobre la marcha descubrí que Iván es un hombre que se mete en una empresa sin estar seguro de sus consecuencias, se involucra en el crimen porque no comprende lo que está a su alrededor. Su viaje nace de un descubrimiento de la realidad.


¿Por eso tiene una personalidad un tanto inocente?

No sé si inocente sea la palabra adecuada, prefiero decir que es un hombre ingenuo. Cree que entiende lo que sucede y eso es falso. Además, supone que puede hacer algo sin mayores consecuencias cosa que no es así. A partir de entonces ve como su mundo se deshace.


Usted fue reportero de nota roja, ¿de ahí le viene su interés por el género negro?

Sí, supongo que de ahí viene mi liga con la narrativa policiaca. En mis años de reportero conocí al tipo de personas que aparecen en mi literatura, creo que eso contaminó mi narrativa. La escuela de la novela negra la aprendí sobre la marcha. Por otro lado, no soy solamente un autor policiaco, Yo recibiría las peores noticias de tus dulces labios, es una novela de amor. Por otro lado, la mejor manera de definir El invasor es viéndolo como un drama criminal, porque no tiene los rasgos clásicos de la novela policiaca.


¿Y en términos de lenguaje hay una herencia del periodismo?

Sin duda, es imposible detectar donde se nota exactamente, pero podría hablar de mi tendencia a narrar sin adornos y de manera neutra. Es una novela donde se mezcla la literatura y el periodismo.


¿El género negro funciona para revelar la problemática de una sociedad?

Revela las cosas que no están claras. En Brasil, hoy tenemos la impresión de que todo está contaminado por la corrupción. El género negro es un comentario social más que otra cosa.


Permítame retomar sus palabras de hace un momento. ¿Toda ficción es una fabulación moral?

No sé si toda ficción, a veces me parece que sí, pero prefiero no generalizar. Ahora estoy escribiendo una farsa libertina de contexto histórico. A veces es interesante practicar el comentario moral y para eso el crimen es perfecto. Probablemente si usted o yo tuviéramos más impunidad haríamos otro tipo de cosas, incluso al margen de la ley. Asumo que es una visión pesimista pero acostumbro a decir que el pesimista es un optimista informado. Es ingenuo pensar que la gente es buena o mala, todos tenemos luces y sombras. La creencia de que las personas son de una manera es un error.


La novela también desarrolla una reflexión sobre los códigos de ética entre los criminales.

Quería hablar de la ética del mal porque a veces es más fuerte que la que nos conduce diariamente. Los sicarios tienen un código de valores clarísimo. He recibido comentarios de gente a la que no le gusta el final porque sienten que el malo triunfa y la sociedad queda en medio. Mi opinión es que no puede terminar de otra manera. Los estadunidenses intentaron comprar los derechos para hacer un remake, pero no la hicieron porque el final les parecía desesperanzador; otros, en Sundance, me dijeron que era una comedia. ¡Imagínate! Mi novela no es una historia de buenos y malos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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