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La vanguardia provecta

Escolios


La mayoría de los cachorros que apuestan trémulos por la vocación artística y que sueñan con engrosar sus filas no conciben la literatura y el arte como una simple profesión, sino como una forma profunda y eficaz de transformación vital. Esta identificación de vida y creación brinda una dosis indispensable de ambición, espontaneidad y autenticidad al creador, aunque también propicia esa frecuente confusión entre mérito artístico, intención, provocación, broma, propaganda o espectáculo. En El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales (Taurus, 2011), el ensayista colombiano Carlos Granés hace una biografía de las vanguardias artísticas vitalistas que surgen a principios del siglo XX, logran un auditorio universal en la década fulgurante de 1960 y prolongan sus estertores hasta nuestros días. El recuento comienza con el futurismo italiano que, en la figura magnética de su jerarca Filippo Marinetti, hacía confluir la renovación artística y la parafernalia del progreso con el fascismo. Pasa por el dadaísmo cuya irreverencia gratuita aspiraba a la demolición de cualquier certeza. Se detiene en el surrealismo, que reivindicaba la fuerza libidinal, lo onírico y lo irracional como fundamentos de una nueva cultura. Aborda el movimiento beat que aderezaba su rebelión anti-sistema con espiritualidad oriental y paraísos artificiales. Se aproxima al situacionismo que combatía el tedio de las sociedades opulentas con gracejos y chistoretes a menudo pueriles y, tras muchos ismos más, llega hasta las entelequias conceptuales más recientes.

No por reiterativa, la conclusión de este largo paseo deja de ser significativa: la vanguardia renovó el mundo contemporáneo, pero también generó mucha simulación y sufre signos indudables de decrepitud. En las vanguardias hay un llamado inflamado a la insurrección, al combate no solo a la academia y a los conceptos adocenados de belleza, sino a los valores sociales que se consideran convencionales. La arenga de sus apóstoles es vehemente y, en ocasiones, vociferante y violenta, pretenden predicar con el choque, atraer con el escándalo, enseñar con el asombro. No es extraño, sin embargo, que tras más de cien años de brega, el gesto de negación, cada vez más repetitivo, de las vanguardias, se convierta en una mueca congelada y que, alrededor de las cenizas de esa gran rebelión, hoy se congreguen prósperas industrias de vividores y unos cuantos nostálgicos.

@Sobreperdonar

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Armando González Torres
  • Armando González Torres
  • Armando González Torres. Ha ganado varios premios literarios. Es autor de alrededor de 20 libros, como los de poesía Los días prolijos y La peste, y los de ensayo y aforismo La lectura y la sospecha y Sobreperdonar.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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