Cultura

La trampa de la posesión

Danza.

La Sala Miguel Covarrubias suele albergar las expresiones dancísticas más importantes de nuestro país. El pasado 31 de octubre recibió a la Compañía Cuerpo Mutable, bajo la dirección de Lidia Romero, quien festejó 40 años de trabajo coreográfico. La compañía de danza contemporánea presentó su pieza de aniversario Escaparates, que centra su investigación en “la pulsión que genera en el ser humano la adquisición de un objeto deseado, la avidez de poseer algo bello”. Se conformó de un conjunto de piezas que llevaron a los espectadores a un paseo por la sensualidad, la belleza, lo cotidiano y lo trascendente. Contrastó momentos de evidente frivolidad con otros de mayor reflexión sobre la condición del ser humano y su relación con otros. Lleva a pensar la estrecha relación entre el querer ser, el deber ser y lo que en realidad es una persona en un contexto generalmente urbano. Aborda, por supuesto, el terrible y al mismo tiempo seductor universo de la apariencia. La ubicación cronológica también se encuentra llena de elementos que ubican a la obra en un tiempo pasado, pero que la trae constantemente al presente, realizando estos paseos espacio–temporales ayudándose de recursos como la iluminación, el vestuario y la selección musical.

Con música de Mozart, Gershwin, Beethoven, Nortec, Julio Jaramillo y Juventino Rosas, Escaparates contrasta el carácter efímero de lo que se aborda en la danza con la trascendencia de cada música y lo que representaron en su momento.

Una joya de la coreografía fue mirar en el escenario a Cora Flores, bailarina y coreógrafa icónica de la danza mexicana y universitaria, rodeada de jóvenes bailarines y atravesando el escenario de un lado al otro. En unos pasos, Cora dejó en claro las razones por las que trasciende escenarios y salones de clase. Excelente decisión la de reconocer su peso como bailarina en el mejor lugar en que ella lo puede confirmar: el escenario.

Bailarinas en escaparates, charros posmodernos, cuerpos hermosos en la playa, un solitario en el Metro, todos anhelando un oscuro o evidente objeto del deseo, cuando de pronto irrumpen en pleno escenario desaforado dos automóviles deportivos de los que descienden las bailarinas que ejecutan una danza fresca, frívola, desparpajada y contagiosa.

Terrible momento en el que un trío de jóvenes con aspecto de juniors protagoniza una danza macabra en la que pretende ocultar el cadáver de una chica, escena que llegó al límite del contraste pues, ante lo terrible del tema, la coreografía es lúdica, acrobática y entretenida; incluso con escenas chuscas. Sin embargo, no dejó de ser un momento que condujo a pensar en lo que es capaz de hacer el ser humano por obtener aquello que desea. Se trata de una reflexión que, si bien comienza con aquellas frivolidades que parecen inofensivas, nos conduce necesariamente a mirar el horror del que somos capaces con tal de poseer algo.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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