Cultura

La crítica: Secretaría de Cultura y los pendientes del teatro /I

En su tercer Informe de gobierno, sorpresivamente, el presidente Enrique Peña Nieto anunció su intención de crear la Secretaría de Cultura. La nueva institución se desligaría de la de Educación Pública.

En su tercer Informe de gobierno, sorpresivamente, el presidente Enrique Peña Nieto anunció su intención de crear la Secretaría de Cultura. La nueva institución se desligaría de la de Educación Pública, que históricamente ha asumido las tareas del hasta hoy llamado "subsector". El 17 de diciembre de 2015, luego de ser votado en las Cámaras de Diputados y Senadores favorablemente, fue promulgado el decreto por el cual el Conaculta pasa a ser la secretaría, la que acogerá en su seno a INBA, INAH y un largo etcétera de instituciones para ser, al fin, la súper instancia que dialogue con el poder, atienda a la sociedad y trabaje con los gremios culturales y artísticos que, según distintas investigaciones, producen el 2.7 por ciento del producto interno bruto. Este acontecimiento es algo esperado y hasta soñado por la gente dedicada a la cultura; sin embargo, se percibe un cauteloso entusiasmo.

En México, de cada 10 pesos que se invierte en cultura, al menos 8 se gastan en burocracia y sindicatos, y solo 2 en producción y pago de artistas, según algunos, aunque hay quienes dicen que la proporción es de 9 a 1 y otros de 7 a 3. Cualquiera de las opciones es monstruosa.

Uno de los argumentos más importantes que se esgrimieron para la creación de la nueva secretaría fue el reordenamiento del aparato, la disminución de la burocracia y la anulación de funciones duplicadas. Tales medidas —que son urgentes desde hace décadas— tendrán unos costos políticos muy importantes porque implican enfrentar a dos sindicatos con vicios brutales (los del INBA e INAH). Pero lo cierto es que si este no es precisamente el momento para hacerlo, entonces no habrá otro. Si permiten que la gran sacudida estructural que debe implicar el paso a secretaría de Estado sea amortiguado por la elefantiasis imperante, lo que es una esperanza de cambio pasará a ser una simple catafixia (homenaje a Chabelo) de membrete, solamente con algunas capacidades de gestión aumentadas.

Los pendientes del teatro son muchos, por lo que solo enumeraré algunos que llevo 9 años planteando en esta misma columna: 1) la gestión de mayores presupuestos, que en estos tiempos de crisis mundial se ve difícil, pero sería absurdo crear una secretaría sin dientes; 2) la urgencia de entrarle con decisión a un replanteamiento de la relación sindicatos-instituciones, y, por tanto, un cambio radical de cómo se emplea el dinero en cultura (80 o 90 centavos de cada peso en burocracia y horas extra cuando en Canadá, por ejemplo, esos rubros no rebasan los 35 céntimos por dólar).

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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