Cultura

La crítica: Música: Richards: simpatía por el abuelo

La historia, contada de manera amena y sencilla, atraerá tanto a los niños como a los papás de los niños y los papás de los papás de los niños.

En Keith Richards, biografía desautorizada (Global Rhythm, 2003) Victor Bockris narra la benéfica relación del guitarrista de los Rolling Stones con su abuelo Gus Dupree. Cuando tenía tres años el nieto pensaba que la guitarra de Gus vivía encima del piano y, hasta los 14, le preguntó si podía tocarla, a lo que el abuelo accedió. "Creo que me pilló en el momento en que mi interés estaba pasando de cantar a tocar. No sé lo que vio en mí, pero fuese lo que fuese él lo creó", dice el músico.

Se convirtió en un gran guitarrista y una superestrella, pero siempre recuerda el encuentro que ahora recrea en el libro para niños Gus y yo. La historia de mi abuelo y mi primera guitarra (Malpasito, 2014), escrito en colaboración con Barnaby Harris y Bill Shapiro, con hermosas ilustraciones de su hija, Theodora Richards.

La historia, contada de manera amena y sencilla, atraerá tanto a los niños como a los papás de los niños y los papás de los papás de los niños que crecieron escuchando a los Rolling Stones. Soldado y pastelero, Dupree, que también había sido director de una orquesta de baile, escribe Richards, solía llevar al nieto a pasear por las calles de Londres, al bosque o a la tienda de instrumentos musicales. Allí, escribe el guitarrista, "hombres con guardapolvos marrones arreglaban instrumentos rotos o construían instrumentos nuevos. Los veía encorvados sobre chelos, trombones y trompetas. Untaban pegamento en los tambores y les daban golpecitos con martillitos diminutos".

Del abuelo recibió las primeras lecciones y la advertencia: "Cuando aprendas a tocar 'Malagueña' podrás tocar cualquier cosa". Y es precisamente la pieza de Ernesto Lecuona, en una versión acústica, la que toca en el disco que acompaña al libro. Con su voz lijada por una vida plena, cigarrillos, bebida y lo que se les ocurra, Richards cuenta la historia, cuya moraleja devela el propio guitarrista: "Cuando subo a un escenario, cuando escribo una canción, cuando tomo una guitarra y toco unos dinka-plinks para mis nietos, siempre me digo lo mismo: ¡Gracias, abuelo! ¡Gracias, Gus!".

Theodora Richards se aleja de las pasarelas de modas, a las que dedica su vida, para ilustrar, en su primer libro, esta relación íntima y conmovedora que dio como resultado un gran guitarrista. El ahora abuelo ha dado muchas satisfacciones a varias generaciones, aunque no cuente con la simpatía del diablo. Ahora que vienen los Stones a México, no duden en comprar el libro para sus hijos, sus nietos o para su biblioteca particular: no los defraudará.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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