En varias novelas de Mario González Suárez (Ciudad de México, 1964) ha dejado muy claro que le interesa hurgar en la serie de conflictos que se gestan en las familias. En contra de los parámetros establecidos, es un autor que se empeña en mostrar todo ese lodo que permea en los hogares, en esa otra realidad.
Precisamente en esa otra realidad, en el surrealismo, es donde puede estar ubicada esta historia. A diferencia de otras novelas cortas como De la infancia; A wevo, padrino y Faustina, aquí permea un ambiente bucólico que da la apariencia de haber salido de un cuadro de El Bosco (El jardín de las delicias) o de Leonora Carrington (La dama oval). También podría pensarse en una referencia literaria más cercana a la fantasía, Alicia en el país de las maravillas por varias referencias, entre ellas, la serie de letreros que es posible imaginar y quizá adaptar, según la novela: "Cómeme", "Bébeme", "Cabálgame". Si Alicia perseguía a un conejo blanco que la condujo hacia mundos insospechados, González Suárez decide extraviarse en un bosque que lo llevará a lugares que nunca antes había examinado.
Verdever es una novela muy distinta a las otras que suele frecuentar, es experimental, atrevida, llena de imágenes fragmentarias. Es un lienzo poco común, irreverente, plagado de historias incestuosas y sexualidad desbocada. Habría que pensar cómo surgió el surrealismo, como visión contestataria que desde las vanguardias impactó un modelo para definir la realidad. En este principio, el sueño se convierte en la dimensión que perfila la estructura conceptual y emocional de los ejercicios artísticos de esta corriente; sus representantes intentaron mostrar, a través de los instrumentos analíticos freudianos, que el sueño es el camino idóneo para conocer el inconsciente, es decir, la otra realidad.
Cuando el lector siente que por fin está cabalgando en el mismo ritmo que propone la novela, es porque ya logró visualizar las imágenes gráficas y contagiarse de una serie de situaciones abruptas que ocurren en la campiña.
Para los surrealistas, la poesía, en muchos casos, fue la nueva herramienta para poder sobrevivir en un mundo convulsivo, y se convirtió en el arma que se fabricó a partir del deseo de manifestar la inconformidad contra las "racionales" estructuras de poder. González Suárez utiliza la narrativa, acaso para la misma finalidad.
En un mercado editorial plagado por novelas que simulan ser transgresoras, la apuesta literaria de González Suárez es un claro de luz irreverente en el oscuro bosque. Como refiere André Breton, "la belleza será convulsiva o no será."