Revisitar la historia de Yucatán, de sus grandes haciendas henequeneras y la esclavitud sin nombre que en ellas habitaba, pareciera hoy un puro ejercicio de memoria, escasamente vinculado al presente. Sin embargo, las formas de esclavitud que en la actualidad se ejercen tienen principios similares en las maquiladoras y la precariedad de sueldos que hacen trabajar a las cabezas de familia en más de un empleo para poder sacar a sus familias adelante. Y se trabaja, igual que entonces, desde antes de que salga el sol y bastante después de que se ha ocultado. A veces esos padres son apoyados por la mano de obra infantil en el empleo informal. Y la tienda de raya de hoy son vales de despensa y el bombardeo de publicidad consumista que genera necesidades ficticias en la cabeza de esos millones de personas esclavas del sistema económico imperante. Esto lo ha entendido en la piel la escritora yucateca Conchi León, también directora y actriz, en su obra teatral Henequén, que se estrenará en agosto próximo en Mérida en una coproducción de la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, La Máquina de Teatro y Sa´as Tun.
Curioso proceso el que lleva esta obra de León, pues lo normal es que las producciones chilangas salgan a provincia de gira para probarse y hacer ajustes. Acá, con Henequén, la dramaturga viene a la capital para continuar esta creación bajo la asesoría de la directora escénica Juliana Faesler, en el foro de Carretera 45 Teatro. Conchi advirtió, en las presentaciones, que Henequén está en fase de proceso. Y, ciertamente, la obra no ha terminado de cohesionar y tiene elementos colgados con alfileres.
La dramaturgia abreva del México bárbaro de John Kenneth Turner, de Canek de Ermilo Abreu Gómez (también de la infancia del escritor, que fue testigo de la esclavitud en las haciendas henequeneras) y del relato de una descendiente de esclavos. El material va de lo testimonial al relato histórico-estadístico para terminar metiéndonos en una ficción que a ratos combina lo dramático con lo narrativo. Quizá el problema visible radica en que se ven aún las costuras y el tránsito entre los materiales no es claro y falta potencia. Por ejemplo, la historia del pueblo de Cisteil, donde se llevó a cabo la rebelión de 1761 a manos de Jacinto Uc de los Santos (Canek), que termina siendo arrasado por las tropas virreinales y finalmente cubierto de sal "para perpetua memoria de su traición", son elementos brutales sobre los que dramaturgia y puesta pasan un poco por encima sin ponderación. Es un trabajo en proceso que estoy seguro se convertirá en un gran montaje. Habrá que verlo terminado.