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La crítica: Fiesta mayor, Ceuvoz, 10 años

¿A qué aspiramos los escritores de teatro cuando somos llevados a escena por un equipo artístico?

¿A qué aspiramos los escritores de teatro cuando somos llevados a escena por un equipo artístico? En mi caso, a ser comprendidos correctamente, a que se haga una lectura inteligente del texto para realizar su traslación a las tablas (no una ilustración, que es un supuesto “respeto” al autor que resulta en una traición peor), a que las palabras que uno eligió con cuidado pasen, sí, por el corazón y el sexo del actor, pero nunca sin antes pasar por su cerebro. Y, además, para que la magia del teatro ocurra la voz debe ser emitida y comprendida. Sin el dominio del aparato fonador de un actor es imposible que las palabras lleguen a los oídos de nuestro destinatario último (y primero): el público.

Una mujer loca y terca como una mula, la actriz Luisa Huertas, comenzó hace 10 años uno de los proyectos formativos más desafiantes en el territorio del teatro que además extiende su generosidad al campo de los locutores en medios de comunicación: el Centro de Estudios para el Uso de la Voz (Ceuvoz). Incluso, en una acción aún más extravagante (por ello la llamo loca y me contagio de esa locura), ha llevado capacitación vocal a policías del municipio de Nezahualcóyotl para que cuenten con más herramientas vocales y lingüísticas para comunicarse con los ciudadanos a los que deben servir. Esta última tarea se vuelve, además, humanizante de seres que el sistema trata mal. Me fascina demencia tan generosa que ha ido acompañada de la mano de Ramón Saburit y tantos otros maestros que han hecho del Ceuvoz una escuela que ha marcado a ya miles de personas en el país y Latinoamérica a través tanto de sus diplomados La sabiduría de la voz y La palabra dicente (hoy finaliza su novena edición) como de sus cursos regulares.

Este tipo de proyectos, que parten de iniciativas ciudadanas y no de las instituciones federales o locales, son garbanzos de a libra que complementan lo que no alcanza a cubrir el Estado en sus tres órdenes de gobierno en materia de cultura. Son el tipo de proyectos autogestivos que suelen realizar, sin burocracias y con efectividades proverbiales, tareas que costarían fortunas a aparatos institucionalizados. Por eso, estos bichos ciudadanos que construyen cultura deben ser protegidos.

Al Ceuvoz le urge obtener en comodato una sede que ya no lo desangre por las costosas rentas. Es un proyecto que ha demostrado su generosidad y alcances, y que puede ofrecer un gran servicio incluso a políticos que no saben hablar. ¿Quién le entra? El secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín (que no solo sabe hablar sino que es culto), en los festejos de los 10 años de Ceuvoz, ya se comprometió a acompañar esta urgencia.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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