Me tocó en suerte ver de gira por Morelos a la Compañía de Teatro La Gaviota, que naciera hace varias décadas en Querétaro a manos de don Jorge Smythe. Ahora continúa su hijo —homónimo— del brazo de Raúl Ángeles, formando parte de un ecosistema cultural en aquella ciudad que posee una tradición teatral que se remonta al siglo XVI aunque es hasta el XVII cuando se abre el primer Corral de Comedias que se llamó De la Media Luna. Ante un público que poco o nulo acceso ha tenido al teatro, este equipo de creadores que reúne además a Conita Galindo, Alonso Barrales y Juan Rubio, arrancó los aplausos con una vieja obra de Alejandro Licona que parece tan joven como a principios de los años 80 del siglo pasado en que fue escrita: La amenaza roja. Por necesidades del equipo (cuatro actores) se llevaron a cabo algunos cortes o fusiones en el original que no perjudican en absoluto.
Con apoyo de la Convocatoria Creación y Circuito de Títeres y Objetos del CENART como parte del Proyecto Chapultepec, los locos de La Gaviota Teatro se lanzaron a realizar producción y montaje de esta obra en cuatro o cinco semanas con un resultado que solo pudo haber ocurrido con un rigor absoluto. Si faltan ajustes estamos seguros que sabrán resolverlos porque tienen lo que muy pocos núcleos creativos: son un grupo colaborativo con años de conocerse y de construir un lenguaje común, fundamentales para resultados cohesionados. En el montaje conviven títeres y actores con increíble organicidad y esto hace las delicias de los espectadores tanto niñas y niños como adultos.
En la versión de La Gaviota, la doctora Victoria —reencarnación de Frankenstein— quiere revivir a su amado y prodigioso maestro —científico prominente— en una pedacería de cadáveres. Basilia, la asistente de la doctora, por accidente hace papilla el cerebro del maestro y lleva en reemplazo el cerebro de Pánfilo Páez, arrollado por un camión, y éste se vuelve en un justiciero disfrazado de peleador de lucha libre.
Traspunte
Circuito artístico y ganancia cultural
Esta delirante farsa de Licona viene estupendamente para hacer parte de este circuito de circulación de obras que el CENART catapultó. Ha sido estupendo ver a un público fascinado con el teatro en un pueblo tan pequeño como Ticumán, Morelos. No se la pierdan que aún estará en CdMx, Estado de México y Querétaro.