¿Recuerdan cuando Neil Young tuvo un derrame cerebral? ¿En la década pasada? Lo primero que pensamos fue: ya se lo cargó la voladora. Si sobrevive va a quedar en calidad de vegetal. Sin gracia siquiera para ponerle azúcar a los churros. Pero se rehabilitó y regresó con sus habilidades para tocar la guitarra intactas. Incluso puede que hasta superiores. Después del accidente sacó Le Noise, quizá el mejor disco de toda su carrera. Lo mismo le ocurrió a Élmer Mendoza, sufrió un par de infartos y la lógica nos inducía a pensar que su destreza como narrador se vería afectada. Pero volvió pateando dos o tres hocicos con Besar al detective (Penguin Random House, 2015). El cuarto capítulo en la saga del Zurdo Mendieta. Y no, no es la mejor novela de su carrera, pero sí una demostración de músculo. Tantos libros que andan circulando por ahí disfrazados de novela, aprendan.
A raíz de la publicación de Besar al detective, he leído y escuchado por ahí que la parte anterior, Nombre de perro, siempre no es tan buena. Nunca voy a entender a la crítica de este país. Qué habilidad tienen para retractarse. Que es menor a Balas de plata y La prueba del ácido. No estoy de acuerdo. La más arriesgada de las tres es Nombre de perro. Y también la más emotiva. Y la más problemática. Porque existe una ley en la narrativa policiaca. Nunca hablandes a un tipo duro. Y en Nombre de perro vemos por primera vez en la vida cómo al Zurdo Mendieta se le caen los calzones. Podrás exponer hasta los secretos más recónditos de la psicología de un personaje. Pero jamás, pese a que lo diga Borges, volver a tu canalla sentimental. Sí, hasta Magnum ligaba, pero los créditos del final siempre evitaban que viéramos cómo se derrumbaba. ¿Después de desnudar al Zurdo qué? ¿Cómo continuar? ¿La operación de cambio de sexo pa cuándo? Estas y todas las dudas que se formularon en uno al terminar Nombre de perro las puede uno sintonizar en Besar al detective.
Hay una rola de Tom Waits que dice: “kiss me like a stranger once again”. Esa es la sensación que provoca la nueva novela de Élmer. El beso del narrador araña. Un cabrón que era pero ya no es. Con un Zurdo al que le cosechan al hijo, y con la conjura internacional, antes tratada en Efecto tequila, pero ahora encarnada por parte de los gringos-métome-en todo. “La risa es más poderosa que la verdad”, se sentencia por ahí entre las páginas. Y con el pinche Zurdo tan sentimental y tan fan de las viejitas pero bonitas. Pinche Club de Corazones Rotos del Sargento Pimienta, cómo ha dejado damnificados. Y qué manera de revivir al Zurdo. De alivianarlo del marasmo de Carne de perro. De su temperamento melancólico.
En la presentación de Besar al detective, Élmer amenazó con que la saga del Zurdo Mendita va a continuar. Una quinta novela se está cocinando. Élmer no ha matado al Zurdo porque Neil Young no ha colgado la guitarra. Porque cuando la vida de uno es el sonido, las intermitencias del corazón son puro ruido de fondo.