La filósofa, psicoanalista y escritora francesa de origen búlgaro Julia Kristeva (1941) asegura que "nuestro mundo no puede contentarse ya con hacer reflexiones abstractas sobre temas que cuestionan la perennidad de nuestro mundo. Hay muchos fenómenos que nos conducen a esta etapa crítica de la civilización: aspectos políticos, científicos, educativos, etcétera.
"Pero desde mi experiencia como migrante —soy de nacionalidad francesa pero de origen búlgaro, y fui adoptada en Estados Unidos; soy una ciudadana europea que forma parte de esta ola a la que todos vamos a llegar en un momento dado, la de los refugiados e inmigrantes— y con las limitaciones de mi conocimiento, el punto neurálgico, el núcleo que nos falta o que no sabemos cómo pensar es lo que el catolicismo llama experiencia interior".
Kristeva (1941) argumenta que "cuando uno está en estado de crisis, cuando atravesamos esas etapas de dolor a las que podemos o no dar nombre para comunicarlas, es posible crear lazos sociales que no deben ser solo de sentido sino de sensaciones, que no deben ser solo de juicio sino que también nos afecten, que puedan ser una unificación con el otro en cuerpo y alma, que sean una experiencia interior que conlleve amor e ira, pero también, y lo digo como psicoanalista, que nos conduzca a un movimiento que olvidamos y que para mucha gente es la necesidad de creer como fundamento de lo humano; una necesidad de creer que yo considero antropológica, muy religiosa y muy política, que consiste en entregarse al Otro y recibir del Otro; formar Uno con el Otro".
En entrevista con Notivox por la publicación en español de su libro Teresa, amor mío (Paso de Barca Editorial), Kristeva dice que aun siendo hija de la Ilustración, un momento histórico radical que cortó de forma tajante con la tradición religiosa, "creo que ha llegado el momento de volver a aquello con lo que hemos cortado para conocerlo mejor y apropiarnos debidamente de ello (...) para comprender que hay que dejarle un hueco a lo sagrado, reconocerlo al tiempo que lo cuestionamos".
Este cuestionamiento es la capacidad de pensar, como ella misma ha intentado hacer con la escritura de su libro sobre santa Teresa de Jesús, con las herramientas de las ciencias humanas, a lo que Kristeva denomina "nuevo humanismo" o "humanismo del siglo XXI".
Explica: "Podemos considerar que nosotros, lo no creyentes, debemos padecer un gran sufrimiento porque no somos capaces de encontrar la verdad. Pero mientras unos nos dicen que hay que protestar, hay quien piensa que la verdad no es un absoluto, que la verdad es una lucha interior, un combate perpetuo, pues nadie es dueño de la verdad. Así que yo he querido centrarme en este asunto abordándolo desde varias perspectivas, una de ellas la de la mística Teresa. La mística puede ser aquello que considera que una persona no es propietaria de la verdad y que a cada uno corresponde emprender su camino para buscar y encontrar su verdad, una verdad que siempre será singular".
Novela filosófica
Kristeva considera que Teresa de Jesús era un personaje ideal para analizar esta lucha interior; para expresarlo utilizó un lenguaje entre el sentido, las preguntas, los argumentos, las discusiones y el objeto mismo. "Esa unificación con el objeto", explica, "requería una retórica completamente fuera del análisis, una retórica que se puede llamar música o pintura y que para mí es la novela. Así que escribí una ficción para darme a entender, pues a través de la ficción uno puede dar a entender algo que se opone a la comprensión. Y traté de hacer lo más íntimo de lo íntimo, pues hay algo innombrable que puede ser un gran sufrimiento o una gran alegría que nos quema tanto que nos hace salirnos de nosotros mismos, lo que Jean Lacroix llama 'la vida obscura' y que para Teresa es el éxtasis".
Así, dice, "retomé algo que hace unos años había experimentado, lo que en el siglo XVIII se llamaba la novela filosófica, pero con la preocupación de construir un discurso que también abarcara los conocimientos que mi aventura personal y mis vivencias me habían dado, tratando de entregar algo que yo sentía y que era mi interioridad, mi vía personal, para unir todos esos conocimientos y movilizarlos en una sola obra".
La novela ha sido para Kristeva "la mejor manera de conseguir esos objetivos, porque mi intención era ir más allá del ensayo".