Frank Sinatra, cuyo centenario de nacimiento se celebra mañana, fue un cantante único en su tipo. A quién le importa si tuvo relaciones con la mafia, que era un misógino, tenía mal genio y lo que quieran, si sigue cantando como nadie. Sus malos imitadores con el tiempo serán olvidados, pero el original permanecerá en su pedestal.
A este personaje se refiere Pete Hamill, novelista, periodista y ensayista en su libro Por qué importa Sinatra, que en México publicaron la Dirección de Literatura de la UNAM, El Equilibrista y Conaculta. Recientemente en Estados Unidos se hizo una reedición con motivo del centenario del cantante, quien mucho ha sido solicitado en estos días para hablar de quien fuera su amigo.
"En este homenaje único a un icono estadunidense —se lee en un comunicado en la página web del autor—, el periodista y autor multipremiado Pete Hamill evoca la esencia de Sinatra: examina su arte y su leyenda desde adentro, como solo un amigo de tantos años podría hacerlo. Formado en la prohibición, la depresión y la guerra, Francis Albert Sinatra se convirtió en el trovador de la soledad urbana".
Al contrario de las grandes biografías que abundan sobre Sinatra, el libro de Hamill es compacto. El motivo, dice el autor en entrevista, es que pensó en que "un público potencial para el libro son los jóvenes que no saben nada sobre Sinatra y se preguntan qué deben saber. Pero también hay cosas que no me interesaba escribir: no quería hablar sobre sus discusiones con directores de cine, por qué hizo The Pride and the Passion y otras películas tontas... No hablo mucho sobre su carrera en el cine, a pesar de que hizo algunas grandes películas como El hombre del brazo de oro, De aquí a la eternidad y otras. Para mí el Sinatra que me interesaba era el músico, el rompedor de estereotipos".
Y aunque no estudió música, sabía mucho sobre el tema. No escribía música, advierte Hamill, "pero como dice en una de las conversaciones en el libro, pensaba en sí mismo como músico. Su instrumento era el micrófono, algo en lo que también fue moderno. El micrófono le permitía tocar música con sordina, como Miles Davis. Cuando Miles tocaba una balada eran las dos de la mañana: podías ver las sombras, sentir la lluvia en Broadway... Eso sucedía también con Sinatra en sus mejores momentos, pero también hizo cosas que no fueron importantes. Pero todos pasan por eso, incluso los escritores".
El autor no pasa por alto que el cantante fue un ejemplo para muchas generaciones en tiempos difíciles. "Sinatra en su juventud fue un liberal, creía en los derechos de los demás... Más tarde, desilusionado, se volvió una especie de republicano reaganiano. Indirectamente mostraba un modelo que no existía antes para estos hijos de inmigrantes, no solo italianos, sino también mexicanos, peruanos, colombianos... Esto no significa que todos digan: quiero ser Sinatra, pero sí quiero ser algo nuevo, original. Eso es posible, en lugar de querer ser un hiphopero, porque eso no sería ser algo nuevo. Ve y escucha la música, canta la canción, cuenta el cuento, sopla la trompeta o el
instrumento que quieras. En ese sentido el Sinatra que yo vi inspiró a mucha gente".
También se pasa por alto que el músico no fue un producto de la mercadotecnia: "No había televisión, así que no había posibilidades de ir a un espectáculo televisivo para que la gente te viera, programas como America's Got Talent —que ni siquiera veo—, pero sí hizo programas de radio para tratar de darse a conocer".
En la radio aprendió un oficio, agrega. "Si quieres ser periodista, cuando eres joven tomas cualquier trabajo con tal de aprender haciendo. Él hizo lo mismo: de repente aparecen algunas cintas con programas de radio y escuchas a Sinatra el aprendiz de un oficio. Pero también es alguien que tomó el oficio e hizo algo nuevo con él: la manera en la que escuchaba la música y la forma en la que quería proyectarla. Tenía el oficio que había obtenido con Tommy Dorsey y gente así, pero con ello hizo algo que nadie había escuchado. ¿Cuánta gente puede hacer eso?".
Lo único que importa es el arte grandioso
Al hablar sobre la música que le gusta de Sinatra, Peter Hamill dice que algunos de sus álbumes favoritos son The Wee Small Hours y Only the Lonely. "También me gustan las canciones movidas, que podía hacer muy bien y hacerte sentir bien. Por ejemplo: 'Come Fly with Me', 'You Make Me Feel So Young' —que es muy divertida—, 'I Got a World on A String'...
Es más fácil decir las canciones de Sinatra que no me gustan, como 'Strangers in the Night'. Incluso él decía: 'No soporto esta canción'. Cada vez que hacía un concierto la gente quería escuchar 'Strangers in the Night' y él estaba cansado de cantarla, lo mismo que 'My Way'".
El escritor asegura que cuando estaba con el corazón destrozado, con sus canciones Sinatra le ayudó "a pasar la noche, cuando estaba a miles de millas", lo que habla del poder de la música.
"Creo que es una de las cosas terapéuticas no intencionales que tenemos en la vida, no solo en la música sino en el arte. Lo único que importa es experimentar libros grandiosos, arte grandioso, música grandiosa... Los políticos van y vienen, los anhelos políticos viven y mueren, pero las artes están allí".