La expansión del tango en México se debe a la terapia del abrazo. Ese género musical está cargado de soledad, deseo, angustia y pasión. Es parecido al bolero: "Bailar con alguien y compartir lo que sientes en ciertos momentos es mágico. Ir a bailar nos genera bienestar, comunicación y desarrollo personal", dice María O'Reilly, productora del espectáculo Gotango milonguero, que se presentará 25 y 26 de abril en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
El montaje —dirigido por el coreógrafo mexicano Alberto de León— se estrenó originalmente en agosto de 2010 en el Lunario del Auditorio Nacional. Más tarde se presentó en el Centro de Espectáculos Voilà de la Ciudad de México, así como en el festival Poza Rica de las Artes. Entre las anécdotas que ha dejado a su paso, es que dos amigos de la productora fueron a ver la obra y al salir se pusieron de novios.
La puesta en escena está dividida en dos partes: la primera está dedicada a recrear cómo se
vivía en México el desarrollo del tango en los años cuarenta y cincuenta, con la música de Carlos Gardel. La escenografía y las luces son tenues, con el propósito de tener una ambientación similar a la de aquella a la época, cuenta la también bailarina del Taller Coreográfico de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La segunda muestra el crecimiento en este país de ese género musical —considerado Patrimonio de la Humanidad—, con piezas de Astor Piazzolla, y las diferentes fusiones que este ritmo ha tenido a lo largo de su historia, así como la evolución que ha representado el tango electrónico, comenta en entrevista con MILENIO.
Se trata de hacer un espectáculo que lo mismo habla de la soledad y el deseo, que de la pasión, el amor, la angustia y la inseguridad: "A través de 16 cuadros coreográficos representamos la evolución que ha tenido el tango en México", explica la intérprete.
Son sketches que expresan comportamientos —a veces de manera dramática y en ocasiones de forma cómica— que pueden ser caricaturizables, como el machismo, la coquetería, la vanidad, el encuentro y el desencuentro, destaca.
El montaje se diferencia de otros del mismo género, porque habla de sentimientos universales. Es un espectáculo donde la sensualidad y el erotismo están presentes. Se desarrolla con música en vivo a cargo del Quinteto Entretango, con una pareja de bailarines invitados, Karina Guillén y Cristian Sánchez, y 14 artistas en escena, entre ellos la cantante María Inés Montilla, dice O'Reilly.
El resto de los integrantes de la puesta en escena lo conforman Ana Belén, Carlos Blanco, Alberto de León, Mario Fratta, Yazmín Garnelo y María Julia Rodríguez, comenta.
A pesar de ser bailarina clásica, a María O'Reilly no le costó ningún trabajo acercarse al tango, pues siempre le gusto desde chica. A ella le interesa cualquier expresión tanguera, desde la tradicional de Carlos Gardel hasta los sonidos más contemporáneos de Piazzolla, pasando por las fusiones electrónica del grupo Bajo fondo o con la cumbia. Depende, dice, del ánimo que tenga.
De hecho, recuerda, en 2011 comenzó a tomar clases para aprender a bailar y se hizo asidua a varias milongas —lugares donde se baila tango— en la Ciudad de México, como La trece, El abrazo y Malena: "Este es un género que, si te gusta y te enganchas, ya no te suelta".
Por eso, cuando Alberto de León la invitó a producir Gotango milonguero, no lo dudó: "Alberto y yo estudiamos juntos en la Escuela Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes. Cuando me invitó a hacer este espectáculo, le dije que sí, y como acababa de concluir un diplomado en Gestión Cultural no tuve problemas para hacerlo".