Más Cultura

Frank Van Den Bleeken, cuando la muerte no llega

Luego de pasar 30 años recluido en Bélgica por violación y asesinato, este hombre de 51 años demandó su derecho al suicidio asistido como único alivio a su padecimiento mental; el procedimiento fue autorizado de inicio, pero se canceló el pasado 6

Frank Van Den Bleeken es un hombre de 51 años y quiere morir. Quiere hacerlo porque dice no poder soportar el dolor que le causa la enfermedad psicológica que padece. Este belga de cabello castaño, ojos verdes y piel blanca ha pasado casi 30 años de su vida recluido por varios delitos de violación y un asesinato. Recientemente, en el pequeño país europeo su historia se convirtió en materia de acalorados debates acerca de cómo debe tratarse a quienes sufren un padecimiento psicológico y resultan un riesgo para la sociedad.

En un arrebato, en las primeras horas del 1 de enero de 1989 Frank Van Bleeken atacó sexualmente a una joven de 19 años cuando ésta regresaba de una fiesta de Año Nuevo. Por aquella acción, en la cual también estranguló a su víctima con sus medias hasta matarla, el hombre fue detenido por la policía y llevado ante un juez que más tarde lo consideró insano, un enfermo sexual; pero no responsable del crimen que cometió.

Luego de pasar siete años en prisión bajo custodia psicológica por aquellos delitos, el belga, quien aseguró también haber sido abusado sexualmente a la edad de 15 años, fue puesto en libertad. Sin embargo, en el transcurso de unas cuantas semanas, volvió a agredir a una niña de 11 años, a otra joven de 17 años y a una mujer de 29 años. Tras aquellos hechos, Van Den Bleeken fue detenido nuevamente y condenado a permanecer indefinidamente internado en una celda bajo vigilancia permanente.

La única ocasión en que el hombre ha abandonado la prisión fue para asistir a los funerales de su madre. Desde entonces, sus únicas compañías en su celda —según se pudo ver en un documental televisivo belga transmitido el año pasado y que alcanzó unos altísimos niveles de audiencia al presentar la intimidad de su confinamiento— son únicamente un televisor, un librero y una cama de donde se levanta de cuando en cuando a fumar un cigarrillo que él mismo prepara con tabaco a granel y papel arroz.


***

La muerte asistida en Bélgica es legal desde hace 13 años. Esta ley, que siguió a las ya establecidas en Holanda, Luxemburgo y Suiza, entiende por eutanasia “el acto practicado por un tercero que pone fin intencionalmente a la vida de una persona a petición de ésta”.

La legislación permite provocar la muerte a los enfermos que presenten una situación clínica sin esperanza, que comporte un sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable que no pueda ser calmado y sea consecuencia de un accidente o de un trastorno patológico grave o incurable. Así es como Frank Van Den Bleeken argumenta su caso, y sus doctores lo han confirmado en varias ocasiones.

Para ejercer este derecho se requiere de una “petición voluntaria, meditada y reiterada sin surgir como resultado de presiones externas” del solicitante. Adicionalmente, se necesita que un grupo de médicos coincidan en que la condición del paciente es irremediablemente terminal.

Desde que se creó la ley en 2002, el número de personas que han solicitado el derecho al “suicidio médico asistido” se ha incrementado de manera exponencial. Según el Comité Federal para la Eutanasia, el cual está obligado a reportar cada dos años el número de peticiones que reciben, en 2004 —año en que fue presentado el primer informe del grupo— 259 pacientes se practicaron la eutanasia. En 2013, en contraste, mil 800 belgas solicitaron su derecho a morir.

Las enfermedades por las que los solicitantes han pedido la eutanasia van desde dolencias causadas por tumores y enfermedades neuromusculares evolutivas, hasta por padecimientos psiquiátricos, como hicieron los médicos de Van Den Bleeken. Mientras la medida para pacientes terminales adultos es ampliamente aceptada en Bélgica, una decisión del Parlamento de febrero del año pasado que extendió la medida a niños con problemas terminales suscitó una acalorada controversia que se extendió por varios meses.


***

A pesar de haber pasado casi tres décadas en prisión sin mostrar signos de dolor, fue hasta hace cuatro años cuando Frank Van Den Bleeken decidió solicitar la eutanasia. Gracias a la intervención de sus abogados, el belga fue el primer recluso en solicitar desde su pequeña celda de la prisión de la ciudad de Brujas, la cual se fusiona armónicamente con la turística urbe, su derecho a una muerte asistida argumentando que sufría una “angustia psicológica incontrolable” al no poder contener sus necesidades sexuales.

En ese momento, Van Den Bleeken afirmó también que hasta entonces no había terapia alguna que se adaptara a sus necesidades de rehabilitación, por lo que afirmó que estaba cierto de que jamás sería puesto en libertad y por ello pretendía formalmente ser sujeto a aplicar al procedimiento que se realiza mediante una inyección letal.

Al recibir su petición, el Comité Federal para la Eutanasia, la oficina del gobierno encargada de revisar cada solicitud de manera particular, quiso considerar cualquier tratamiento posible antes de dar su consentimiento a esa medida. Un grupo de médicos y especialistas se dedicaron a analizar la petición del preso de manera particular mientras los medios de comunicación comenzaron a interesarse en su historia inédita.

“En los últimos años, (Frank) ha sido evaluado por varios médicos y psicólogos, y su conclusión es que está sufriendo, y sufriendo irremediablemente. Él ha dicho claramente que no quiere abandonar la prisión porque no quiere que haya nuevas víctimas”, informó a la prensa a finales del año pasado Jos Vander Velpen, abogado de Van Den Bleeken. En ese momento, el representante legal se mostró esperanzado de que el comité diera su visto bueno luego de tres años de intensos debates.


***

Durante la prolongada discusión y análisis, la opinión pública belga se mostró dividida al considerar, por un lado, que el hombre tenía derecho a detener su sufrimiento, y por otro, tal como lo expresaron las hermanas de Christiane Ramacle, la víctima fallecida en el ataque sexual, identificadas como Annie y Liliane, preferían verlo “pudriéndose en su celda”. “Todos esos comisionados, doctores y expertos están preocupados por la salud del asesino de nuestra hermana —declararon las mujeres al diario sensacionalista holandés Algemeen Dagblad—. Nadie nos ha prestado tanta atención como a él”.

En el documental televisivo, Van Den Bleeken argumentó que “si alguien comete un crimen sexual debe ser ayudado para que puedan tratar con él. Solo encerrando a la gente no ayudan a nadie, ni al individuo, ni a la sociedad, ni a las víctimas. Soy un ser humano —continuó—, y a pesar de lo que he hecho sigo siendo un ser humano. Así que, denme la eutanasia”.

Jacqueline Herremans pertenece a quienes creen que la eutanasia es el “último gesto de humanidad”. La presidenta de la Asociación Belga por el Derecho a Morir aseguró que “la posición que se adopta ante un paciente, detenido o no, que padece cáncer, es totalmente diferente a lo que podemos observar en un mal psiquiátrico. De cualquier forma se trata de un ser humano; uno que tiene el derecho a demandar la eutanasia”.

Pero el polémico caso de Frank Van Den Bleeken no es el único que ha despertado el debate ético sobre la polémica medida en los últimos años. Otro caso fue el de los gemelos Marc y Eddy Verbessem, de 45 años, quienes estaban sordos y, por un desorden genético, en cuestión de tiempo irremediablemente quedarían ciegos. Por ello, en enero de 2013 solicitaron asistencia para morir. Otro caso muy sonado fue el de Nathan Verhelst, un transexual que solicitó la eutanasia luego de varias operaciones no exitosas para cambiar de sexo.

Críticos como la senadora Els Van Hoof, miembro del partido Cristianodemócrata (CD&V, por sus siglas en holandés), han calificado y criticado estas peticiones como “alarmantes”, ya que, sostiene, la interpretación errónea de la ley puede llevar a un “callejón sin salida”.


***

En septiembre pasado, Frank Van Den Bleeken recibió luz verde de parte del Ministerio de Justicia de Bélgica para someterse a la eutanasia. En el transcurso de las siguientes semanas, el agresor sería trasladado a un hospital para llevar a cabo el procedimiento de suicidio médico asistido, informó una fuente al diario belga De Morgen a condición del anonimato. En ese momento, el abogado Jos Vander Velpen se negó a detallar la condición clínica y psicológica de su representado y la fecha exacta en que éste moriría argumentando que no se encontraba autorizado a discutir detalles del caso en público.

Antes de conocer el fallo de una Corte de Bruselas, Van Den Bleeken había solicitado, como otra opción, ser transferido a un centro psiquiátrico de Holanda, donde dijo podía recibir los cuidados y el tratamiento que en Bélgica no había logrado obtener.

En esos mismos días, Carine Brochier, gerente de proyectos del Instituto Europeo de Bioética con base en Bruselas, declaró al diario inglés The Guardian que Frank Van Den Bleeken no debería ser sujeto a la eutanasia y que debería recibir tratamiento apropiado. “Este es un gran fracaso para la atención psiquiátrica y del sistema penitenciario de Bélgica”, aseguró la especialista que consideró la medida como “una pena de muerte escondida” y más aún, que el caso del violador y asesino ocasionaría que más convictos expresaran su intención de morir de manera asistida.

Brichier no se equivocaba del todo. Desde que se conoció el caso y se volvió mediático, 15 internos más de diferentes prisiones han manifestado su deseo de morir por las mismas razones que Van Den Bleeken.

El pasado 3 de enero De Morgen informó que sería el domingo 11 de este mes cuando finalmente Frank Van Den Bleeken sería sometido a la eutanasia. No obstante, en un repentino giro a la historia y prácticamente en la antesala de su muerte, el martes 6 de enero, el ministro de Justicia, Koen Geens, informó que el proceso de muerte asistida del agresor de las cuatro chicas había sido denegado por un grupo de médicos. El ministro agregó que Van Den Bleeken sería trasladado a un centro psiquiátrico especializado de la ciudad flamenca de Gante para recibir una terapia adaptada a sus necesidades y en la que muy probablemente colaborarán especialistas de Holanda.

Lo que parecía una batalla ganada a las instituciones se convirtió en la extensión de una condena a un hombre que parece no tener lugar en la sociedad.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.