Cuando las cosas son hechas a mano, en condiciones contradictorias, con muchas cosas en contra y que sin embargo suceden, parecen milagrosas. Las caras largas o furiosas de algunos no anula que la ternura, la solidaridad y la voluntad se una a esos organizadores vulnerables (y vulnerados en lo local) que tiran pa´lante con los arrestos suficientes para enaltecer a su estado con un gran Festival Internacional de Teatro Escena Abierta (Fitea) en su capital Morelia.
Las condiciones precarias se entienden, también que los desajustes de este festival tomen a la nueva secretaria de Cultura de Michoacán, Silvia Figueroa, con apuros varios en un 2017 que golpea a la cultura desde el gobierno federal por las malas decisiones presupuestarias de los diputados. Y, no obstante, las cosas han sucedido. La fortuna para la Secretaría de Cultura local es contar con Selma Sánchez al frente de la Jefatura del Departamento de Teatro, donde empeña su hígado y riñones en sacar adelante el Fitea. Eso es algo que no tiene precio.
Porque no es poca cosa ahorrarle dinero al estado al pensar, como gestor cultural, la inteligente estrategia de enlazar la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán al traer al emblemático grupo latinoamericano Malayerba con el montaje Instrucciones para abrazar el aire, del dramaturgo y director argentino-ecuatoriano Arístides Vargas, con actuación de la excepcional Charo Francés y el propio autor. Es un montaje extraordinario que ha participado en los festivales Mayo Teatral de Cuba, Iberoamericano de Teatro de Cádiz, España, y Alternativo de Teatro de Bogotá, Colombia. La presencia de Malayerba resultó la joya de la corona de este Fitea 2017.
Talleres y lecturas dramatizadas de dramaturgos locales aderezaron la programación, que presentó producción local con obras como Una mujer sola, a manos de Joaquín Ortiz; Memorias domésticas de Marquitos Lambert, dirigida por Flaviana Moreno; Los cuervos no se peinan, en la visión de Diego Montero; Respira y chuta, de la dramaturga michoacana Verónica Villicaña con montaje de Evert Yamil, o Bajo el dintel, conducida por Roberto Briceño.
También hubo producción nacional procedente de estados como Jalisco, Guanajuato, Sonora y Ciudad de México, con una cuidada selección. El conjunto consiguió un nivel de aceptable a muy bueno, que poco a poco logró que el público michoacano y la reacia comunidad teatral terminaran por llenar las salas. ¿Y no es ese el sentido de una fiesta del teatro: llenar la butaquería y propiciar el convivio?