La verdad es que no sé gran cosa de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) clásica portuguesa (vamos, bien que me doy cuenta de que sé muy poco de la escrita en México, y mientras más autores leo más me hago consciente de los muchos que me faltan); así que desde que supe que sería el país invitado de este año me puse a investigar un poco al respecto.
No tuve mucha suerte, la verdad: no hablo portugués y prácticamente no encontré nada en español o inglés sobre el tema. Hay un libro que se me antoja muchísimo, Introducción a la literatura infantil y juvenil portuguesa para maestros de Educación Primaria, de José Soto Vázquez, pero entre el costo y el tiempo que tardaría en llegar tuve que descartarlo, al menos por ahora.
Por suerte me topé con una entrada recientísima en el blog del escritor madrileño Jorge Gómez Soto (www.lij-jg.blogspot.com), que se tomó el tiempo de hacer una pequeña monografía de la LIJ portuguesa desde sus inicios. Entre el recuento que hace y algunos ensayos académicos en portugués (diccionario en mano y paciencia en el corazón), logré armar una lista más o menos decente de libros para niños y jóvenes que, luego de tanto investigar, me moría ya por leer. Por ejemplo, supe así de Ana de Castro Osório (1872-1935), feminista y activista republicana que además fue periodista, pedagoga y escritora de obras para niños.
De hecho, es considerada como “madre de la LIJ portuguesa”. Ahí nomás. También estaban en mi lista Virgínia de Castro e Almeida (1874-1945), otra pionera de los libros para niños en Portugal, quien además fue directora y productora de cine; Aquilino Ribeiro (1885-1963), poeta importante de literatura en general pero que dedicó buena parte de su tiempo a los libros infantiles; Luísa Ducla Soares (1939), filóloga y traductora además de autora de más de 80 libros infantiles; y António Torrado (también nacido en 1939), quien además de escritor es filósofo y catedrático en activo.
Ayer, por fin, pude caminar un rato por los pasillos de la Feria Internacional del Libro de Gudalajara. Estoy aquí desde el sábado, pero entre una y otra cosa, no había podido detenerme en ningún lado a hojear nada. Así que disfruté mucho el rato sin prisas que me permitió, por fin, asomarme al stand del país invitado, Portugal.
Llevaba la lista de autores de la que recién les platiqué: tenía la esperanza, quizás un poco vana, de hallarlos ahí, de preferencia traducidos al español, en hermosas ediciones de pasta dura e ilustraciones entrañables. Pero no encontré lo que buscaba. De Torrado hallé un solo libro, muy bello, eso sí; pero en portugués solamente: Como quem diz (Como quien dice), publicado por Assírio y Alvim. Es una colección de poemas breves ilustrados con fotografías en las que el personaje protagónico es una muñeca antigua.
Yo esperaba encontrar una edición de O veado florido (El venado florido), un cuento que es a la vez melancólico y crítico (del abuso de los poderosos y la indolencia y complicidad de los que hacen poderosos a los poderosos), o Como se faz Cor de Laranja, el libro con el que obtuvo, en 1979, el Grande Prémio Gulbenkian de Literatura para Crianças e Jovens (Gran Premio Gulbenkian de Literatura para Niños y Jóvenes). De los otros de mi lista no encontré nada, ni en el stand ni en el buscador de libros y editoriales de la FIL.
No tuve mucho tiempo para rumiar mi decepción porque, en cambio, encontré varias cosas que no buscaba. Por ejemplo, La reina del norte, de Joana Estrela, que todavía no leo pero que cuenta no con uno, ni dos, sino con tres sellos de calidad: el de la propia obra de Estrela, una muy joven y talentosa escritora e ilustradora; el de la editorial La Cifra, siempre comprometida en brindarle a sus lectores libros interesantes, que aborden temas en ocasiones etiquetados como “difíciles” (en este caso, la depresión como un asunto serio de salud mental, pero desde el código de los cuentos folclóricos tradicionales); y el de Paula Abramo, la traductora (a veces se nos olvida hablar de los traductores pero ¿qué sería de nosotros sin ellos? Sobre todo de los que, como Abramo, hacen su trabajo con pasión y cuidado).
Así es la vida: uno no siempre encuentra lo que estaba buscando, pero puede sorprenderse con lo que encuentra. Y, en este caso, siempre queda la esperanza de que alguna editorial mexicana se anime a traducir y publicar algunos de los clásicos de la LIJ portuguesa.
PCL