El trabajo de Abraham Cruzvillegas se basa en crear conceptos plásticos a partir de lo cotidiano. Junto a Gabriel Orozco, Betsabeé Romero y Carlos Amorales, es hoy en día uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo en México. Afecto a la música tropical y a la cerveza, el artista recientemente ilustró una edición de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad (Ed. Sexto Piso) y está próximo a publicar un libro de ensayos.
¿Cómo empieza en el arte?
Mi papá pintaba, de modo que en casa todos dibujábamos. Cuando era niño me gustaba hacer caricaturas y poco después me dediqué a copiar cartones para enviarlos a las revistas. Pensaba que lo mío era la caricatura y tomé un curso con Rafael Barajas El Fisgón, gracias a eso aprendí que ser monero es un arte y el dibujo puede ser un arma. Con él conocí a Daumier y Posada, ambos me llevaron a los alemanes George Grosz y Egon Schiele. Luego brinqué al dadaísmo. Por 1987 conocí a Gabriel Orozco y me involucré con los lenguajes más nuevos del arte.
¿Qué le dice Duchamp?
Duchamp es la figura paterna por excelencia. Fundó una serie de lenguajes nuevos y un posicionamiento del artista frente al arte que es más crítico, exigente e inestable. Generó un conjunto de preguntas sobre lo que es arte.
¿Es verdad que se reunía con Orozco los viernes a echar trago?
Nos juntábamos para compartir libros, catálogos, no había internet o al menos no lo conocíamos, así que el acceso a la información era más difícil. Íbamos a comer, escuchábamos música y por supuesto tomábamos cerveza.
¿Qué música escuchaban?
Un poco de todo. Gabriel Kuri, que era más joven y tocaba en un grupo, ponía a Sugar Cubes, Timbuk 3. Con él, Dr. Lakra y Daniel Guzmán aprendí de rock, porque yo siempre fui más de música tropical. A mí me tocaba llevar casetes de Rigo Tovar y La Sonora Dinamita.
Tiene las series: Autoconstrucción, Autodestrucción y Reconstrucción. ¿Es el ciclo de la vida?
Es el ciclo de la vida pero además es cuestión de simultaneidades. Una va ligada a la otra. Para abrir una puerta a veces hay que tirar una pared. Es un proceso simultáneo de construcción y destrucción; de creación y acción. Es un ciclo donde todo pasa al mismo tiempo.
¿Sigue la fricción entre artistas contemporáneos y pintores?
Más que fricción eso es una ficción; una especie de mito constante. En el caso de la pintura, hubo un momento donde los artistas decidieron empezar a pintar ya no sobre una pared, sino en una tela; alguien los llamó locos porque rompían con la tradición. Siempre generará conflicto y caos el cambio, pero la realidad es que hay una serie de convenciones que es necesario romper para generar nuevos paradigmas y cánones. La fricción no es más que una necedad basada en prejuicios e ignorancia. Necesitamos educación no prejuicios.
Dicen que el arte conceptual es efímero, ¿será?
Todo el arte es efímero, en realidad. Los objetos donde se ubica el arte, sean libros, partituras o lienzos, son vehículos nada más. El arte no está en el libro sino en el momento en que es leído o cuando la sinfonía es escuchada. El soporte es un fetiche.
¿Era bueno para la escuela?
Muy bueno, fui un niño aplicado y nerd. Gané concursos de matemáticas, luego conocí las cervezas y se me quitó. Hoy soy más aplicado con la cerveza, de hecho.
RECUADRO
Nació en la Ciudad de México, en 1968. Ha expuesto en galerías y museos como la Tate Modern en Londres, el Walker Art Center en Minneapolis, el New Museum de Nueva York, el Centro Pompidou de Paris, la Haus der Kunst en Munich y el MoCA de Los Ángeles.