El pasado domingo por la mañana murió Mauricio Rodríguez, uno de los ex integrantes del grupo La Rendija, que nació en la Ciudad de México en la segunda mitad de la década de los 80 del siglo XX. Esta agrupación artística fue toral en la evolución del teatro mexicano y piedra de toque para la expansión de sus horizontes más allá de la tradición.
Poco comprendidos en su momento, los emprendimientos de La Rendija hundieron las manos en el biodrama, la performatividad y la instalación dos décadas antes de que se pusieran de moda en México a través de los teatros llamados “posdramático”, “expandido” o “liminal”. Las exploraciones que con el “teatro personal” empujaran un puñado de teatristas, comenzó un camino que hoy se multiplica con mayores o menores fortunas. Raquel Araujo, Alejandra Montalvo, Alejandro Juárez, Omar Valdés y, entre otros pocos, Mauricio Rodríguez, fueron los pioneros de esa primera etapa de La Rendija con montajes como Infinitamente disponible, Hasta morir y Estrategias fatales. Valga aquí mi adiós para él.
Ignoro si pudo ver El Divino Narciso, de Sor Juana Inés de la Cruz, que Raquel Araujo ha llevado a escena y que es resultado de los muchos años de exploración de La Rendija. Seguro le hubiese arrobado como lo hizo conmigo. Ahora este montaje llega a la Ciudad de México para agasajo de los chilangos. Hace un par de décadas que no veía una puesta en escena que actualizara un clásico del Siglo de Oro de la manera en que lo hace la Araujo de la mano de Óscar Urrutia. El dispositivo escénico armado por esta dupla artística es no solo brutalmente hermoso, sino que es parte de lo que trae a nosotros la renovada Sor Juana 400 años después.
En noviembre de 2016 escribí: “La osadía de Raquel de emprenderla con Sor Juana es una de las más suicidas que he visto en el teatro en muchos años. Conquistar y domar el verso de la dramaturga y que nos comamos dos horas de barroco sin anestesia, y salir seducidos y reconciliados con una tradición es fazaña y portento. No contenta la poeta de la escena con presentar el Auto de la dramaturga-poeta, nos incluye también la Loa, en malabares amorosos entrelazados con lengua maya pues en el mayab hunde sus raíces este montaje. Comprendida está la Sor Juana que burlaba inquisidores para que el sincretismo racial y religioso fuese armónico y sin violencia. Nunca mejor aprehendido y encarnado este El Divino Narciso que en la cultura maya que, en alguna medida, aún hoy se rehúsa en ser avasallada. Texto barroco en un barroco escénico contemporáneo. ¡Fazaña de fazañas!”
Teatro Julio Castillo, Centro Cultural del Bosque, hasta el 24 de septiembre. Jueves y viernes 20:00, sábado 19:00 y domingo 18:00.