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'El Cascanueces', un clásico del Auditorio Nacional

Con esta tradicional puesta en escena la Compañía Nacional de Danza concluye sus celebraciones con motivo de su medio siglo de existencia.

El Cascanueces, el ballet más esperado de la época decembrina en la Ciudad de México, es interpretado por la Compañía Nacional de Danza (CND), dirigida por Laura Morelos, arrancó ayer su temporada en el Auditorio Nacional.

Dada la demanda de este espectáculo —basado en el cuento El Cascanueces y el Rey de los ratones, escrito en 1816 por el alemán Theodor Amadeus Hoffman (1776-1822)—, se ofrecerán dos funciones diariamente hasta el domingo 22 de diciembre.

La Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección de Juan Carlos Lomónaco, demostró musicalmente por qué El Cascanueces es considerado uno de los clásicos desde que en 1892 Lev Ivanov lo convirtió en coreografía.

Esta tradición navideña puede ser disfrutada por toda la familia: ha sido apreciada por casi 60 mil espectadores, ya que por función El Cascanueces es visto por alrededor de cinco mil personas. No obstante, en la primera función se notó que a la CND todavía le falta mucho para lograr la perfección, ya que por momentos sus bailarines se ven descoordinados, y en una ejecución una de las bailarinas estuvo a punto de terminar en el piso.

De acuerdo con la historia de la CND, El Cascanueces se empezó a bailar en el Palacio de Bellas Artes en 1980, y ahí ofreció funciones hasta 2001, año en que el Auditorio Nacional le abrió sus puertas a este ballet. Luego hubo un paréntesis, antes de que el ballet regresara en 2004 al Palacio de Mármol para conmemorar los 70 años del máximo recinto cultural de nuestro país.

Son ya 12 años de representaciones con un éxito absoluto en el Auditorio Nacional, ya que la música de Piotr I. Tchaikovsky es insuperable. Y no solo eso, sino que muchos de los bailarines de la compañía, después de ver El Cascanueces, decidieron iniciarse en la danza clásica. De hecho, algunos de ellos cuentan que cuando eran niños actuaron como ratones y angelitos.

Se trata de uno de los ballets consentidos del repertorio de la CND, agrupación que este año celebró sus 50 años de existencia.

Una tradición

Los habitantes de la Ciudad de México y los turistas que en esta época decembrina la visitan se dan cita en el Auditorio Nacional para poder ver El Cascanueces, un cuento de Navidad que no tiene destinario pues es del gusto de chicos y grandes.

En los anales de la CND se indica que, ante la demanda del público que exigía que se programaran más funciones en el Palacio de Bellas Artes, la compañía se mudó de escenario y llegó al Auditorio Nacional, ya que hubo un momento en que no podían complacer a tanta gente que exigía ver esta obra en el primer recinto, en donde solo se podían ofrecer de una a 10 funciones, y no era ni la mitad del público que ahora tiene El Cascanueces.

El misterio y la magia navideña envuelven al escenario en varios momentos; uno de los principales es cuando, de pronto, aparecen los ratoncitos y empieza a crecer un árbol gigantesco. Otro instante se da cuando de repente, se aprecia un sillón enorme en medio del escenario, lo que maravilla a los niños y los adultos.

Un sueño de Navidad

Había una vez una niña llamada Clara que tenía la suerte de que su padrino fuera el juguetero Herr Drosselmeyer, quien fabricaba maravillosos juguetes para ella y su hermano Fritz. El programa de mano de El Cascanueces explica que la historia comienza en la víspera de Navidad, cuando se hacen los preparativos para la gran noche, y llega Drosselmeyer con sus mágicos obsequios, entre ellos un Cascanueces; el pequeño Fritz se enoja por no recibir un obsequio, así que se lo arrebata a su hermana y lo rompe.

La pequeña sueña que los objetos comienzan a tomar dimensiones desproporcionadas. Clara ve que unos ratones dirigidos por su rey se preparan para atacar al Cascanueces y comienza una terrible batalla, por lo que Clara se quita una de sus zapatillas y golpea al monarca en la cabeza, sometiéndolo.

El Cascanueces, convertido en príncipe, agradece a Clara, se inclina ante ella y la invita a hacer un viaje. El viaje continúa hacia el país del azúcar, donde los recibe el Hada del Azúcar y su Caballero, quienes felicitan a Clara por su valentía y la invitan a sentarse en el trono real, desde donde disfruta un espectáculo organizado en su honor.

Por esta extraordinaria experiencia, Clara pasa la mejor de las navidades.

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Leticia Sánchez Medel
  • Leticia Sánchez Medel
  • [email protected]
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.
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