Hasta el pasado 6 de enero se habían aprobado ya en la Asamblea Constituyente algunos artículos de lo que será la nueva Constitución de la Ciudad de México. No con poca alegría y sorpresa nos topamos con el Capítulo II, dedicado a los derechos humanos, cuyo artículo 13, inciso D, establece los derechos culturales de los capitalinos. En la cláusula primera enuncia: “Toda persona, grupo o comunidad gozan del derecho irrestricto de acceso a la cultura. El arte y la ciencia son libres y queda prohibida toda forma de censura”, y en la segunda: “Toda persona tiene derecho al acceso a los bienes y servicios que presta el Gobierno de la Ciudad de México en materia de arte y cultura”. Con esto pareciera establecerse u obligar a un compromiso mayor con ciudadanos (que difícilmente tienen acceso a los bienes culturales) y artistas.
Parecen buenas noticias para los gremios culturales y artísticos. En particular, los escénicos pueden acceder a mejores condiciones de trabajo en lo referente a los espacios independientes o autogestivos, pues se establece, en el subinciso h de la cláusula primera el derecho a “Construir espacios colectivos, autogestivos, independientes y comunitarios de arte y cultura que contarán con una regulación específica para el fortalecimiento y desarrollo de sus actividades”, con lo cual debieran de sacudirse, por fin, a los inspectores delegacionales que los extorsionan, amenazan e, incluso, clausuran sin que comprendan la aportación que se hace a la ciudadanía.
Consultado sobre el punto, el diputado Alfonso Suárez del Real me comentó que “es la iniciativa de un grupo de organizaciones que a través de [Demian] Bichir presentaron esa reserva con apoyo de Morena-PRD-PRI-MC y otros partidos. Eso permite generar un capítulo en la Ley de Fomento a la Cultura de la Ciudad, lo que garantiza emancipar a estos espacios del yugo de la Ley de Establecimientos Mercantiles y darles el trato de escenarios y/o foros de ejercicio de derechos culturales por sobre la perspectiva mercantilista que priva en la Ley en la materia”.
No es un secreto que, hasta la fecha, los foros teatrales o escénicos con aforos menores a 350 butacas continúan siendo objetos de abusos por las autoridades capitalinas y delegacionales, y que por ello resulta más fácil abrir un antro que un teatro. Estas nuevas disposiciones (a las que se aúna la cláusula séptima, que contempla estímulos fiscales), elevadas a derechos ciudadanos en la futura Constitución de la CdMx, abren la posibilidad de dar una sustentabilidad a salas independientes. Veremos, dijo un ciego.