Después de varios años de ausentarme de esta fiesta, el retorno en el contexto de la edición 30 me produce un especial gozo. Amén del reencuentro con amigos entrañables del teatro de Iberoamérica, se hace evidente lo que significa para nuestros países esta cita anual que ha tendido puentes increíbles y ha permitido que la circulación de espectáculos, personas y pensamiento se extienda. El Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) 2015, en medio de las tormentas económicas por las que atraviesa España, se vuelve aún más significativo. Espacio de la solidaridad, vitrina de teatralidades diversas, permite tomarle el pulso a la escena que comparte un mismo código lingüístico, coincidencias y divergencias culturales de por medio. Así, desde 1985, Cádiz es también el puerto generoso de teatralidades ignoradas históricamente por la península, aunque de vez en vez se vencen las resistencias de otros programadores y salas para acoger al teatro "sudaca".
Los brujos que han luchado contra todas las tempestades para que el FIT siga siendo lo que es hasta hoy son Pepe y Eduardo Bable y Charo Sabio. El capitán del barco es Pepe, quien tiene que dividir su tiempo entre su ser creador y su gestor y programador, tareas que desempeña amoroso en pro del teatro de entrambas aguas. "Dicen que hay espacios que viven en nosotros como metáforas emocionales; son, por lo general, lugares donde ocurrieron hechos que marcaron el devenir de los que por allí pasamos. Son espacios de vida, por lo tanto, atesorados en la memoria como islas a las que uno vuelve cada vez que decimos ciertas palabras, por ejemplo 'teatro'", dice el dramaturgo argentino-ecuatoriano Arístides Vargas a propósito de este festejo 30 del FIT. Y es verdad, este encuentro está instalado en el imaginario de los profesionales de ambas orillas como un referente obligado.
Con una producción entre Fira Tàrrega, el Fonca, Iberescena y Nau Ivanov, el grupo mexicano Vaca 35 ha presentado su reciente creación Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido. Montaje estrenado en la Fira Tàrrega hace unas semanas y que, por lo tanto, aún no pisa suelo americano, esta "gastronomía escénica" pone a cinco actores y un músico a preparar comida española y mexicana mientras la memoria de nuestros muertos, privados y colectivos, viene de a poco con los olores que nos recuerdan el apapacho de las abuelas. Territorio de exploración que, bajo la exploración de Damián Cervantes, ha tenido a Vaca 35 girando por Europa desde hace cuatro meses con un éxito importante.