Lo que se había anunciado como el cierre espectacular del Festival Oasis Jazz U en Cancún la noche del sábado, se volvió desencanto. A media actuación, la cantante Chaca Khan se disculpó porque, por una afección en la garganta, ya no podría seguir cantando, aunque prometió regresar, sin costo alguno, para cumplir con su compromiso. Pero vayamos hacia atrás.
La mujer parecía dormida. Aunque no cabeceaba y mantuviera derecha la cabeza, parecía sumida en un sueño profundo mientras el grupo Fiusha desplegaba su funk en el escenario del foro Oasis Arena. De pronto abría los ojos y, como Fiusha seguía ahí, retomaba su letargo.
Cubriéndose el rostro con sus negras manos espigadas, coronadas con las uñas pintadas de un rosa fosforescente que brillaban como flamas, parecía una efigie. Incluso al concluir la presentación de Fiusha, seguía en su imperturbable trance.
Uno a uno los músicos de la banda del acto estelar fueron tomando sus lugares, primero la sección rítmica, luego los teclados y los coros, para dar paso a Chaka Khan. El elixir de la negritud surtió su efecto: la mujer sonreía, con parsimonia, pero con una beatitud que indicaba que su espera ha sido recompensada.
Chaka Khan anunció que venía de una intensa gira por Japón y que, por tanto estaba rendida, que ni siquiera había tenido tiempo de peinarse y mostraba su larga cabellera, sacudida por un gran ventilador. "But I work my ass", dijo, que es algo así como "me parto la madre trabajando" y que venía a entregar su corazón. Y así fue al principio de su concierto.
Con el apoyo de tres coristas voluminosas, en cuerpo, alma y voz, la cantante estadunidense se enfrascó en un rico repertorio de funk, baladas y rhythm and blues, más algunas piezas de su época con Rufus, la banda con la que comenzó su carrera. También interpretó algunos de sus grandes éxitos de los setenta y ochenta, como su inolvidable "What Cha Gonna Do for Me".
"Creo que les voy a tener que dar todo mi dinero", les dijo a las tres mujeres que contribuían a su lucimiento con voces espléndidas, dignas de una, o más bien, de tres carreras solistas. Incluso por momentos opacaban la voz de la estrella, que luchaba por seguir adelante.
La cantante se retiró momentáneamente. Siguió un interludio, en el que la banda se montó en una versión instrumental funkeada de "I Night in Tunisia", rebautizada "And the Melody Still Lingers On", que grabara con letra de ella misma con Herbie Hancock y Dizzy Gillespie. Aquí se evidenció más el poderío de la banda, más los juegos de voces de las coristas y sus movimientos de pantera. Una de ellas cantó una versión ardorosa de "My Funny Valentine", una de las grandes baladas de la historia del jazz.
Al terminar estas dos piezas, en lo que suponíamos un retorno de un descanso para tomar aire, Chaka Khan regresó al escenario para anunciar, apesadumbrada, que no podía continuar con el concierto por problemas con la voz. Casi llorando, rogó al público su compresión y se comprometió a regresar al festival más adelante para cantar el concierto completo.
Banda y coristas hicieron gala de profesionalismo y ofrecieron una conclusión del concierto a nivel muy alto. Cada una de las coristas adoptó una canción de Chaka Khan para sacar adelante el compromiso, ante un público que aceptó el trueque por la evidente calidad de las voces.
Incluso la efigie sonreía, porque la cantante tuvo el valor de exponerse al maltrato al anunciar el fin de su participación. Al menos brindó algunos fragmentos de la buena música que ha venido ejerciendo desde mediados de los setenta. Esperemos su próximo retorno para gozar de su voz en su máximo esplendor.