La escritora Brenda Navarro (CdMx, 1982) se propuso en su segunda novela, Ceniza en la boca, narrar el “viaje emocional” de una joven aquejada por el suicidio de su hermano adolescente, pero sus lectores han querido ver también en esta historia un “espejo” en el que España mira de frente sus defectos: la xenofobia, el racismo laboral, el feminismo hipócrita y el resabio de un pensamiento colonialista que persiste hasta hoy.
La novela no omite un ajuste de cuentas a México, de donde la autora salió hace siete años rumbo a España, harta de la violencia cotidiana y el “Estado feminicida”; sin embargo, pese a esa situación adversa, añade, “nadie quiere rendirse” entre los movimientos impulsados por mujeres contra las agresiones machistas que dejan 10 víctimas mortales a diario.
Ceniza en la boca también es compendio de los significados que adopta el silencio cuando esconde detrás el rostro de la violencia: se calla ante las tropelías del narco para sobrevivir, se calla para enterrar el estigma de una violación, se calla para esconder las causas de un suicidio, se calla ante un abuso para no sufrir otro más, se calla ante el acoso sexual incluso dentro de la propia familia para no romper la armonía criminal.
“México me ha enseñado que el silencio es parte de la supervivencia”, dice la escritora.
La novela es un gancho al hígado de España: una crítica abierta al racismo, clasismo, xenofobia y tabúes de esa sociedad. ¿Te han hecho algún reclamo?
No ha sido un reclamo, sino una conversación en la que muchas lectoras y periodistas me dicen que los he puesto ante una especie de espejo en el que se han visto reflejados. Nunca tuve la intención de ser ese espejo, me interesaba que la novela se sostuviera sola, como parece que se sostiene, y que fuera el libro –no yo– el que tenga una conversación con los lectores.
¿Cómo han recibido a la novela en ese país?
Le va muy bien, aunque es un mercado editorial distinto. En España va por su tercera reimpresión y eso me tiene muy contenta (en México comenzó a circular la primera).
Ceniza en la boca tiene como hilo conductor el suicidio de Diego, de 15 años, pero conforme avanza la trama comienza a perfilarse una ecuación tétrica, pero cada vez más actual: la pobreza y la violencia en países pobres son las causas principales de la migración y las naciones receptoras no han podido idear una respuesta a esa situación que no sea la xenofobia.
¿Te propusiste contar esa descomposición del mundo?
No fue mi primera intención, pero es verdad que la historia, al estar ubicada en España, no podía evitar esos componentes, aunque lo mismo pasa en México. No creo que la novela hable de la descomposición del mundo, sino de su composición actual en la que países con poder económico hacen extractivismo en países pobres, donde ofrecen condiciones laborales de mierda, sueldos de mierda y pueden quebrantar leyes locales.
Tu formación de socióloga y feminista te permite tener ojo clínico en el tema de la violencia contra la mujer. En México nos urge frenar el machismo. ¿Por dónde empezamos?
Ojalá lo supiera. Yo atendería lo que dice Rita Segato (antropóloga y activista argentina) y la forma en que las mujeres se relacionan; hay ahí mucho por aprender, especialmente donde no están los focos puestos, que son las mujeres que sostienen al país con el trabajo doméstico y de cuidados (de personas que no son autosuficientes).
Tienes también una crítica al feminismo o a una parte de éste. ¿En qué consiste?
No tengo críticas para los distintos movimientos de mujeres, aprendo de éstos con todo y sus contradicciones; lo que crítico es el abuso de poder, el clasismo y racismo que permea a los feminismos europeos y anglosajones, así como a las mujeres de clase media que no quieren más que perpetuar las desigualdades y tener más poder.
Parece que la mujer vive en el peor mundo posible, ¿hay salida o hay rendirse?
Basta mirar los movimientos de mujeres en México para tener la total seguridad de que nadie se está rindiendo; al contrario, se sobrevive a pesar del Estado feminicida e impune en el que se vive.
Demasiada carga sobre los hombres de las mujeres…
Sí, sobrevivir a una violencia sistemática es un gran peso, ojalá los hombres pudieran romper el pacto patriarcal.
¿España tiene que pedir perdón a México por la Conquista?
Lo más importante para mí ahora es que España regularice a los 500 mil migrantes a quienes su ley de extranjería no les permite tener una vida digna, que deje de desmantelar la sanidad pública y que haga una revisión profunda de su política educativa.
¿Coincides en que hay que poner pausa a la relación México-España?
Ese debate me da mucha flojera.
DAG