Comunidad

"Mi vida cambió cuando amaneció una persona muerta, aquí afuera”

Sonriente, inquieto y comprometido con los más desfavorecidos, el fundador de Casa Indi recuerda con nostalgia su infancia en Durango y sus viajes pastorales, en los cuales convivió incluso con narcotraficantes.

Para el padre Felipe de Jesús Sánchez Gallegos, de la parroquia Santa María Goretti, la muerte de un indigente significó un golpe que lo motivó a cambiar el destino de su congregación. Nacido en Durango, e integrante de una familia humilde de 8 hermanos, el padre Felipe desde pequeño descubrió su vocación sacerdotal.

Desde la Casa Indi que él mismo fundó, compartió con Notivox sus inicios en la vida religiosa, su paso por la sierra donde convivió con narcotraficantes y su decisión de agregar la estancia al tradicional  comedor del padre Infante.

¿Cómo fue su infancia? 

Yo nací en una colonia muy pobre, se llama colonia Maderera, en Durango, precisamente cerca de unos trenes, por eso veo los trenes y me siento como en casa. Desde chico mi madre me enseñó a ir al Santísimo. 

Somos 8 hermanos, 2 ya murieron; mis papás también ya murieron. Siempre fui muy bueno en los estudios, no recuerdo haber estudiado preprimaria, pero sí primaria, secundaria y al seminario

Eran muchos en casa, ¿había que trabajar desde niño?

Fui proveedor de mi casa. Ya lavaba carros, boleaba zapatos, cantaba en cantinas, me decían los señores: “Ya váyase ‘mijo”. Les decía: “Si quiere me voy, pero deme dinero” y me daban más, llegaba a la casa, todo era para la familia.

¿Cómo descubrió su vocación sacerdotal?

Desde pequeño yo veía al padre de la parroquia predicar, y una vez le dije al padre, terminando una misa: “Cuando yo sea grande quiero dar misa”, tendría unos seis años. Como yo sabía que no podía pagar mis estudios y sentía tener vocación para el sacerdocio, fui con el señor obispo, entré a su oficina, toqué a la puerta, con todo el miedo del mundo, ya tendría yo 17 años, salió el arzobispo, Antonio López, con sus arreos, su capa, su sotana con vivos morados, me dijo: “Güero, ¿cómo está?”, me sentí muy identificado, me ofreció bombones, me hizo sentirme como en casa.

¿De ahí para dónde se fue?

Estando ya en el ministerio, formé un grupo de frontera que se llamaba Pastoral de los Divorciados Vueltos a Casar, que no había una pastoral en todo México así. Después, el obispo Miranda nos juntó a nosotros y me pidió que si podía capitanear este equipo. Luego tuve otra pastoral de irme de misionero a la sierra, con los sicarios.

¿Narcotraficantes? ¿Cómo se dio eso?

Era un ambiente distinto, yo venía del seminario, todo el valor del celibato, de la pureza sacerdotal, y de pronto me toca quitarme la camiseta y ponerme la de una pastoral diferenciada, cómo llegar a una pastoral donde no hay un párroco en 100 kilómetros a la redonda.

Me vieron con muy buenos ojos, ellos los que se dedican al comercio de los enervantes, me decían: “Nunca habíamos tenido un padre tan noble y tan humano como usted”. Eso fue de 2007 a 2013, luego vine para acá.

¿Fue cuando fundó Casa Indi?

Me dijeron que descansara, pero yo siempre he sido muy inquieto. Acá había una pastoral que me estaba esperando con los brazos abiertos, que era la pastoral de los indigentes, muchas personas venían aquí a comer con el padre Infante. No había más que el comedor, se necesitaba el albergue, dormitorios, regaderas, mingitorios, camas. Pero un día pasó algo que me descalabró y me motivó a fundar Casa Indi.

¿Qué sucedió?

El 14 de diciembre, dos días antes de las posadas que se hacían en Navidad, amaneció abajo del puente una persona no identificada, amaneció muerta junto con otro viejito, eso me dio un descalabro: uno contento arriba, con una cama, a gusto, con todo lo necesario, y acá muriéndose de frío e inanición un hermano tuyo. Me pregunté: ¿qué estás haciendo, Felipe? Eran las 07:00 cuando me llamaron, que había una persona muerta.

El comedor del padre Infante es muy tradicional, ¿fue difícil la transición a una estancia para indigentes y migrantes? Sí, porque mi parroquia era muy bien vista por Santa María Goretti, la patrona. Al ver que el párroco estaba cambiándole de giro, recibir a personas indigentes, no solamente darles de comer, porque ese comedor ya va a cumplir 60 años, me dijeron: “No pasa nada, si la gente no quiere venir porque estás recibiendo a la gente más humilde, hay otras a donde puedan ir". ​

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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