El 13 de mayo de 1981, el turco Mehmet Ali Agca disparó contra el papa Juan Pablo II cuatro veces. El atentado ocurrió en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, a pocos metros del Aula Nervi –ahora Paulo VI– , lugar donde el día 24 de enero de 1979 le “robé” un sorpresivo saludo en español al llamado Papa Viajero.
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Su santidad Juan Pablo II, le pido un favor: un saludo para los fieles de Monterrey, México, que esperan su visita.
Sí, sí, claro. Gracias, México, una bendición para Monterrey… sí, sí ¡Bendiciones!
Eran las 12:44 del mediodía en Ciudad del Vaticano y las 05:44 en México. Al día siguiente, el Papa iniciaría su primer viaje a México.
A diez metros de donde se dio el saludo, en ambos lados del corredor que lleva al Altar Central, esperaban al Papa, Valentina Alazraki, de Televisa, y Joaquín López-Dóriga, del Canal 13 del gobierno de México, para un saludo a sus televidentes. Durante una semana convivimos los tres en las conferencias de prensa que encabezaba el padre Romeo Panciroli.
Veinticinco años después, en evento de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), me encontré a Valentina Alazraki y la entrevisté para el programa Cambios.
Valentina, ¿qué recuerdos tiene del día del atentado al papa Juan Pablo II?
Fue un día terrible, porque durante la audiencia de ese miércoles 13 de mayo, yo recuerdo haber llegado corriendo a la sala de prensa en el Vaticano para enlazarme vía telefónica con el licenciado Jacobo Zabludovsky, quien abrió la transmisión por televisión.
Eran las cinco de la tarde en México y estuvimos al aire con el teléfono abierto a lo largo de cinco horas y con cables de la agencias informativas que decían todo lo contrario a lo que yo informaba, eran horas de confusión total: de que si estaba muerto el papa Juan Pablo o no estaba
muerto.
No sabíamos realmente lo que estaba sucediendo, eran momentos dramáticos por la incertidumbre y la gravedad de los hechos. Lo que sí era cierto, según quedó comprobado a las pocas horas, era la gravedad de las heridas y que el Papa había estado a las puertas de la muerte.
Valentina, desde octubre de 1978, cuando fue electo papa Juan Pablo II, lo acompañó en todas sus giras alrededor del mundo. ¿Qué cambios notó en la personalidad del Papa después del atentado?
Los cambios que se dieron en el Papa fueron en su aspecto físico: a un Papa sonriente, bromista, que improvisaba con su agilidad mental, con vigor físico –toda esa carga de trabajo que nos mataba a los reporteros que le acompañábamos–, lo sucede un Papa que ya casi no sonríe o que no puede improvisar.
Desafortunadamente era el impacto de la enfermedad. Porque desde un Parkinson que te pone rígido y que no te sale la sonrisa, pues es obvio que no puede ir hacia la gente, porque ya está inmovilizado en una silla de ruedas. Los cambios físicos influyeron en su forma de ser, pues sus limitaciones físicas hicieron que ya no tuviera determinadas actitudes. Todo después del atentado del 13 de mayo de 1981.
¿Y sobre la muerte repentina del papa Juan Pablo I, el 28 deseptiembre de 1978?
Recuerdo que había muchos rumores. Desde que murió el papa Juan Pablo I, algunos medios comenzaron a manejar la versión de que había sido envenenado, fue toda una sorpresa que a los 33 días de su elección se diera su muerte.
Su salud era buena, sin embargo, desde los taxistas hasta los que vendían los periódicos empezaron a decir que lo habían envenenado, pero no hay ninguna prueba de que eso haya sido así; si la hay, creo que nunca la tendremos.
