El combate de flores es una tradición que forma parte de nuestro acervo cultural, ligado a nuestros usos y costumbres y que de alguna forma nos da identidad como ciudadanos leoneses; dicho evento ha permanecido vigente desde el siglo 19; teniendo como objetivo el cortejo, las flores son el arma.
“La tradición nos dice, que en la aceptación, la mujer decide si le da un beso o no al hombre; tradición que tenemos desde antaño, porque se ha venido también reconfigurando;año tras año se ha venido legando de manera expedita para las nuevas generaciones, y esa transmisión oral, pero también de permanencia nos ayuda a ser identitariamente, habitantes de éste bajío y a identificarnos con una labor excepcional como es el ser leonés, que también es: ser galante, ser atento...” señala Juan Carlos Porras, historiador de la ciudad.
Cierto es que la tradición que toma significado a través de las flores con el fin del cortejo no es propia de la ciudad, pero dentro de ésta, el origen del combate se remonta a finales del siglo 19 e inicios del siglo 20, donde con el desarrollo de plazas principales y parques, se volvió tendencia entre los habitantes acudir a éstos con fines recreativos.
“Desde el siglo 16, con la instalación de la alameda en la ciudad de México, el parque más antiguo público, no solamente de México, sino de toda Latinoamérica, desde entonces se tiene ese contacto; primero con los pañuelos, luego con las flores; se ha venido variando en las regiones; aquí solamente lo tenemos año con año porque de los 60´s del siglo pasado para acá se perdió la costumbre semanal de realizar dichos recorridos en algunas plazas o parque públicos” asegura Porras.
La cita a la plaza principal o al ya afamado para entonces “Parque Hidalgo” se realizaba casi ritualmente de manera semanal; con un aire familiar y con las costumbre propias de aquellos tiempos, los hombres caminaban por un sentido alrededor del kiosco mientras que las jovencitas, en el mayor de los casos acompañadas por chaperonas, del lado contrario, la venta de flores en el lugar era para los jóvenes un pretexto y un lindo gesto para acercarse a la mujer con quien se hubieran cautivado, con el fin de comenzar una charla y de ser posible invitarle una nieve.
No hay una historia que ilustre de manera romántica el origen de dicho evento, todo ha surgido a través de la cotidianeidad en la sociedad leonesa; los paseos dominicales por las plazas principales, el gusto de los ciudadanos por las flores y la necesidad siempre constante de conseguir pareja.