El proyecto de Norma Oficial Mexicana NOM-008-SSA3-2016 para el tratamiento integral del sobrepeso y la obesidad resulta “incongruente” para algunos médicos por restringir recetar anorexigénicos (supresores del apetito) para que un paciente baje de peso y por ponderar como primera línea la dieta, el ejercicio y el tratamiento psicológico.
Integrantes del Instituto Nacional de la Defensa Médica (INDM) aseguraron que dicha iniciativa, publicada el 25 de enero en el Diario Oficial de la Federación, no se encuentra a la altura de la declaración de “emergencia epidemiológica” lanzada por la Secretaría de Salud.
Víctor Hugo Córdova, presidente del INDM; Jorge Yamamoto Cuevas, especialista en endocrinología que en pasadas administraciones formó parte de los comités de aprobación de registros de la Cofepris, y Jorge Aldrete Velasco, especialista en medicina interna, aseguraron que 70 por ciento de los pacientes requiere ese tipo de apoyo farmacológico.
CONTROL O TRABAS
Yamamoto Cuevas señaló que una norma en la que se establecen tantas trabas para recetar ese tipo de fármacos coloca al profesional de la salud certificado en un dilema, porque “si lo receta y la autoridad considera que no era necesario, caeríamos en una ilegalidad que pone en riesgo nuestra cédula profesional”.
Incluso, agregó Córdova, puede generar “un mercado negro de medicamentos entre pacientes desesperados por bajar de peso, causando un mayor riesgo a la salud, porque desarrollarán o agravarán problemas de diabetes, hipertensión o males cardiacos”.
Aldrete Velasco aseguró que resulta absurdo que la misma Cofepris sea quien otorgó a esos tratamientos el registro por ser seguros y eficaces.
“Llegan al extremo de prohibir hasta vacunas, cuando no existen éstas contra la obesidad y sobrepeso; por ello, (la autoridad) debe rectificar ese apartado por parte del Comité Consultivo Nacional de Normalización de Innovación, Desarrollo, Tecnologías e Información en Salud”, señaló.
El apartado que resulta preocupante para INDM por las implicaciones legales es el alusivo a limitar “usar diuréticos, hormonas tiroideas, anorexígenos, vacunas, extractos tiroideos, inyecciones de enzimas, aminoácidos lipolíticos y otros productos similares, para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad”.
Según la norma, solo podrán prescribir anorexigénicos si se demuestra con evidencia que un paciente con índice de masa corporal (IMC) elevada y con grasa abdominal superior a la circunferencia de cintura “no respondió al tratamiento integral, es decir, a la actividad física y ejercicio, en un periodo de al menos tres meses”.
Además, si un médico prescribe esos tratamientos “debe registrar la expedición de la receta en la nota médica del expediente clínico correspondiente de acuerdo con las disposiciones jurídicas aplicables”.
EVITAR ABUSO
Expertos consultados reconocieron que la FDA sugiere como base de tratamiento para los obesos la dieta, el ejercicio y las terapias psicológicas, dejando como última alternativa los fármacos para evitar su abuso.
Alejandra Solís Alarcón, especialista en nutrición clínica, comentó que puede prescindir de los anorexigénicos y trabajar con esas herramientas básicas, pero reconoció que a una persona con sobrepeso y obesidad le resultará muy difícil cumplir con ese requerimiento.
“Si tiene más tejido adiposo, su sistema hormonal de regulación de la saciedad, como es la leptima y grelina, se encuentra alterado y por ello tienen más apetito; además, el paciente obeso no tiene una buena recepción de glucosa en el músculo, por lo tanto, no pueden hacer mucho ejercicio y la dieta puede fallar porque su metabolismo basal es bajo”, detalló Solís.
En tanto, Beatriz Espinosa y Raúl Morín, especialistas que publicaron un estudio sobre anorexigénicos, reportaron que aunque en México no hay evidencia clínica, estudios internacionales señalan que causan efectos adversos como temblor, sudoración y boca seca, además de hipertensión pulmonar, amnesia, adicción, afectación del tracto digestivo, taquicardia, cefalea y afectaciones psiquiátricas.
De acuerdo con esos expertos, el abuso en el consumo es tal que sí es necesario acabar con consultorios que entregan medicamentos en bolsas o frascos sin etiquetas y ofrecen terapias sin sustento médico.