Jaime López al Teatro de la Ciudad

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Juan Alberto Vázquez

Uno de los genios de la música contemporánea, Juan Jaime López Camacho, (Matamoros, Tamaulipas, 21 de enero de 1954), con 60 años recién cumplidos, se presenta el jueves 6 de junio en el magnífico teatro de la ciudad. Músico inclasificable que ha mantenido una carrera dignísima a lomo de una lírica impecable a imaginativa, a la que ha permeado de poquito drama y un muy norteño sentido del humor. No se lo pierda

A las nueve de la noche del sábado 18 de junio del 2011, la primera edición de la Feria Internacional de la Música, celebrada en Guadalajara, Jalisco, presentaba su evento estelar: Jaime López y su Chilanga Banda conformada por Ramiro del Real, el Children, Josello, Quique Rangel y media decena de invitados, que nos deleitaron con dos horas recorriendo la historia musical del compositor afincado hace más de cuatro décadas en la capital del país.

Aquella noche cálida abarrotaron el teatro Diana de la avenida 16 de septiembre, músicos, productores, periodistas y fans en general que dieron al tamaulipeco un merecido reconocimiento. Ya después en petit comité y por cortesía de san Jack Daniels, brindamos por el extraordinario y emotivo toquín, unidos además en un rezo para que el talento del homenajeado siguiera encendido por muchos lustros más.

Ese quizás haya sido el más importante y merecido aunque no el único reconocimiento a Jaime López quien, sin quererlo, ha sido uno de los pocos factores de unión en un movimiento rockero en ocasiones bastante desarticulado y mediocre. Pero mientras la nación le aplaude, el autor de “Chilanga Banda” y “Me Siento Bien pero me Siento Mal”, Ella Empaco su Bistek con todo y Refrigerador”, “Sácalo” y “Por Cigarros a Honk Kong”, entre cientos de canciones más, se ha mantenido fiel a su faceta de músico alternativo cuya más visible obsesión es la de —de manera involuntaria quizás—, rechazar los encantos de la fama fatal con la cual mantiene una relación de amor y odio.

Bien querido

Creador de geniales figuras retóricas, reiteraciones sin desperdicio y amenas cacofonías, producto de su amplio manejo del idioma herencia de su etapa en la Facultad de Cafetería y Lepras de la UNAM, no hay hasta el momento en la escena musical quien ofrezca una versión negativa del López.

Por ejemplo, el periodista y compositor Fernando Rivera Calderón, considera que López “sigue siendo un rebelde en tiempos en que todos nos sentimos rebeldes y que no sale en la tele, rara vez se le programa en la radio y no es muy afecto a las entrevistas, sin embargo sus canciones se aparecen en todas partes como amorosos fantasmas que nos relevan verdades”.

Por su parte Piro Pendas, front man de la banda Ritmo Peligroso y quien tuvo la suerte de tenerlo como vecino, lo recuerda como una persona sencilla y amigable, “alguien con una narrativa muy particular que lo hizo diferenciarse de muchos compositores de rock”. Eduardo Barajas, quien como dueño del mítico antrazo LUCC contrató en muchas ocasiones a Jaime, sentencia que “nadie como él para refrescar la poesía urbana y para darle al movimiento rockero nacional una fiel identidad al grado de que su lírica marca la memoria colectiva urbana y mexicana de nuestra época” incluso el comunicador y coleccionista Rodrigo de Oyarzabal lo eleva al grado de un “letrista adelantado a su época y una sólida columna vertebral para el rock mexicano”.

El periodista Ricardo Bravo, Responsable del Catálogo del Rock en Español de la Fonoteca Nacional, señala que los aportes de López son la “identidad y la honestidad”, de quien no tuvo empacho en “reprimir sus influencias lejanas al rock y mostrarlas fusionadas” además de que logró reflejar con sus letras, de “manera ingeniosa y brillante nuestra idiosincrasia sin pretender modelos ya establecidos”. Bravo incluso lo pondría “a la altura de gente como Chava Flores, Cri Cri y José Alfredo Jiménez”.

A su vez el escritor y editor Rogelio Villarreal, considera que la principal aportación de López, “no solamente al rock, sino a la música popular mexicana, es su ingenio para componer letras dramáticas, amorosas, arrabaleras, jocosas, y sobre todo muy urbanas”. El también director de la revista Replicante insiste en que el rock mexicano se encuentra plagado de “letras sosas, malhechas, que siempre riman en infinitivos predecibles o inventan términos muy desafortunados, como el falsamente místico Saúl de Caifanes”. De López, continúa Villarreal, “hay qué rescatar el ingenio, el humor, las rimas logradas, la conexión real y no fingida o impostada con la cultura popular de los 40 y 50… un gran compositor”, culmina.

Finalmente, el escritor Enrique Serna señala que Jaime López “es nuestro Bob Dylan: el mejor letrista que ha dado el rock mexicano y uno de los mejores de rock en español. Cronista urbano como es, con canciones sabor a asfalto, a smog, y a fritanga, “sus hallazgos poéticos sobrepasan la esfera del costumbrismo,” a decir del autor de La Ternura Caníbal (Páginas de Espuma, 2013), apunta que López es además un excelente arreglista, y para muestra el estupendo disco que hizo en mancuerna con Maru Enríquez, musicalizando los poemas más famosos de Villaurrutia”. Serna se declara gran admirador y espera que san Jaime “nunca cuelgue la guitarra”.

Por supuesto que Jaime López reiría o dudaría de las opiniones anteriores, que lo ponen a la altura de un dignísimo rock star, ocupado como está en su nueva composición y, reiteramos, huyendo de algún modo de la fama, como si el aceptarla incubara su propia destrucción. Lo cierto es que a estas alturas ya nos debería una autobiografía, para refrescar esa vida suya tan llena de memorables anécdotas como su participación en el OTI 1985 donde obtuvo un dignísimo último lugar, o las sesiones que vivió con su ídolo el legendario Eulalio González (“por mi raza hablará el Piporro”, deliraba en alguna tonada), su desencuentro con la peña con la cual inició a principios de los ochenta, o las grabaciones casi underground con José Manuel Aguilera que dieron paso al Odio Funky, uno de los mejores discos de música mexicana contemporánea.

Tampoco le han faltado grandes historias en muchas de sus constantes presentaciones en vivo, donde siempre ha dejado el alma y cachos de piel. Recordamos una memorable en el Péndulo de la Condesa donde a mitad del recital se fue la luz, lo cual no impidió que, Jaime continuara con una tanda de canciones a capela, por casi media hora dándole un toque más íntimo al show.

Destacamos otra noche célebre que cuenta José Cruz, líder de Real de Catorce, a propósito de una gira realizada en León.

“La gira se terminaba. La última presentación fue en un cortijo; probamos sonido, pero no había asomo de público alguno, amén de un viejo sentado en las gradas. Jaime nos dijo que cancelaba y todos los del grupo le respondimos que tocaríamos porque era la última y habría que cerrar con honores, que no habría broncas con nuestro pago. Jaime se relajó y aceptó: dimos, pienso yo, el mejor toquín de la gira para una sola persona. ¡Qué privilegio debió ser para aquel viejo!”.

López se presenta el viernes por la noche, en el Teatro de la Ciudad con invitados de lujo que lo auxiliaran en la ruda labor de recorrer su historia musical. Suerte a todos.

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