Guerras cibernéticas

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Grupo editorial diverso que abarca diferentes temas y formatos. La calidad periodística y la diversidad de contenidos son aspectos que definen a las editoriales de Milenio.

EN EL TONO DEL TONA
Rafael Tonatiuh


“Las personas mienten, las
pruebas no”:
Gil Grissom.
CSI Las Vegas

Jorge Luis Borges consideraba que la raza humana había evolucionado, puesto que en las guerras antiguas se mataba a todos los prisioneros, y en la recientes existen los prisioneros de guerra. Como sea, la cuestión es que la humanidad no ha evolucionado tanto como para acabar totalmente con la guerra porque a la gente le gusta pelear, y hasta la persona más inofensiva ha fantaseado con que es un capo que agarra a guamazos a sus enemigos.

En sus inicios, la raza humana era salvaje y luchaba a muerte por lo que deseaba, ahora solo tiene que dirigir su agresividad hacia un enemigo. Si uno no se expone, mejor, proyectándose al ver una película violenta, espectáculos deportivos como el box o tirando balazos en un videojuego. Pero nada como las redes sociales, donde la guerra no solo florece de manera natural, sino que pueden surgir estrategas militares que llevan agua a su molino.

En las redes sociales, las personas atacan a quien les parecen desagradables, con el apoyo y el rechazo de otras, formándose bandos. Las guerras cibernéticas entre usuarios que se dio de manera natural, es convertida en votos a través de la manipulación sentimental por parte de los partidos.

Si Napoleón Bonaparte hubiera tenido un teléfono celular en la isla de Santa Elena, podría haber hecho la guerra desde ahí, poniendo a todos contra Inglaterra.

Yo mismo me he dado cuenta que he desencadenado guerras en las redes, cuando me peleo con alguien, poniendo a un ejército de mi parte en contra de mi contrincante. A veces me reconcilio, pero nuestros respectivos ejércitos siguen en guerra, porque la guerra en las redes es interminable.

Donald Trump acusó a Obama de espiarlo en la Torre Trump; nunca presentó pruebas. Eva Cadena acusó a Rocío Nahle y Amado Cruz Malpica de acercarle los dineros a López Obrador, sin tampoco presentar pruebas. Actúan como las revistas amarillistas cuando acusan a una actriz de estar ligada con una banda de secuestradores; en lo que se investiga si es verdad, para los televidentes la actriz ya es y será por siempre una delincuente (como Obama un espía y el Peje un corrupto).

Trump descubrió que a los usuarios de las redes sociales no les interesan las pruebas, basta con hacer una declaración para que se multiplique y se vuelva cierta. Si se llegara a investigar a fondo a Eva Cadena y se descubra que difamó vilmente, de todos modos los jueces dictaminarán: “¡Las pruebas pasaron de moda! ¡La gente ya decidió quién es su enemigo y no necesita pruebas para condenarlo!”.

Desde las pasadas elecciones presidenciales estadunidenses hasta las recientes elecciones en el Estado de México, nunca había atestiguado tantas difamaciones y ventilaciones de la vida privada de los contendientes con tal de ganar, evidenciando que sobresale el amarillismo por encima de las propuestas. Esto no habla tan mal de los partidos y los candidatos como de los usuarios de las redes sociales, quienes están acostumbrados a creer y transmitir información a favor o en contra de determinado bando, sin importar la veracidad, con muy mala leche, porque el chisme rifa.

Aparte del intercambio cariñoso, intelectual o sexual, en las redes sociales abundan los rumores no solo de política, sino de la vida social. Son como las telenovelas, pero con el plus de que se trata de personas reales, quienes son infieles, rateras, mentirosas, con bandos a favor y en contra, entrando en controversias que no exigen pruebas, y por esa mala costumbre llegará el día en que no necesiten pruebas para demostrar que determinado partido político ganó. Será la palabra del INE y ya.

En ese futuro Estado fascista me acusarán (sin pruebas, of course) de bígamo, violador y querer convertir a México en otra Venezuela. Puesto que el ser humano no puede renunciar a su espíritu bélico, dirijo mi guerra contra la falta de pruebas.

Yo no voy a permitir que se cancelen las elecciones, se viole mi derecho a reunirme con quien yo quiera y la policía entre a mi habitación con sus perros de caza olfateando mi pornografía. Yo sí espero que Eva Cadena presente pruebas, y que si no lo hace, regrese la bonita costumbre de exhibirla como una mentirosa y se le brinde un escarmiento.

Si tengo pruebas, acuso; si no tengo pruebas, me callo. Así de sencillo.

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