El regreso a clases en este enero de 2020 ha sido uno de los más complejos para la Comarca Lagunera. Sucedió un hecho que rompió con los fenómenos de violencia que se habrían registrado en esta región del Norte de México, y vaya que de violencia se conoce aquí.
Por primera ocasión en su historia, un tiroteo interrumpió la alegría que normalmente desborda los patios escolares perpetrado por un alumno de la propia institución que armado acabó con su propia vida, la de una maestra e hirió a seis miembros más de su colegio.
Al paso de los días hemos conocido indagatorias que descubren que el niño habría tenido contacto con armas y vivido otros sucesos complicados dentro de su seno familiar. Investigación que sigue su curso y que aún no registra resultados concluyentes, pero que en los avances refleja la complejidad de nuestro tejido social.
Para quienes habitamos esta región ha sido un hecho estremecedor saber que la atroz época de violencia que vivimos entre 2007 y 2015 mostraría consecuencias en este 2020. Imposible dudar que algunas de las armas que se usaron en aquella época, permanecen en inmuebles laguneros muy cerca de menores de edad.
La Zona Metropolitana de La Laguna se ubicó en 2012 como una de las cuatro regiones más violentas del país, según El Observatorio Nacional Ciudadano de la Seguridad, la Justicia y la Legalidad (ONC) y el Consejo Cívico de Instituciones de la Laguna.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos ha enfatizado que la disponibilidad de armas deja poco espacio entre los impulsos asesinos y las acciones que resultan en la muerte. Mientras las preguntas de las niñas y los niños hacia sus padres, tíos, maestros y compañeros de salón nos llevan a la reflexión sobre la manera de contrarrestar las diversas caras por las que se asoma la violencia.
Padres de familia replantean la forma en que interactúan con sus hijos, reflexionan sobre la exposición infantil por largos períodos a redes sociales sin seguimiento, el uso -poco acompañado- de videojuegos, y la conexión casi permanente a Internet con la cada vez más temprana entrega de dispositivos digitales a menores que en algunos casos ni siquiera han aprendido a leer.
Es un duro ejercicio colectivo el tener que volver a contraer la respiración, pero ahora angustiados por encontrar la manera de garantizar que el tiroteo sea un hecho aislado; a diferencia de lo que vivimos años atrás, no arrancó en una calle o en la esquina de una zona complicada, sino en un hogar.
En Torreón, y La Laguna entera, sabemos de violencia, y ello mismo nos debe empujar a tener una participación activa en la construcción de una convivencia en paz en centros escolares, más allá de la mochila segura, nos urge detenernos a observar y atender a chicos que requieren una real reconstrucción del dañado tejido social en el que les tocó vivir.