La Navidad simboliza para muchos niños una época en la que la felicidad puede sentirse en todo momento y la ilusión de recibir un regalo en estas fechas es de suma importancia para ellos. Sin embargo, las fechas también han incitado a que padres de familia hagan ciertas bromas que pueden ser crueles para ellos.
Una que se ha popularizado en redes sociales es hacerle creer a los niños que de Navidad les dieron de regalo carbón comestible, un producto que se ha popularizado entre emprendedores para hacer bromas. Los padres buscan hacer esto con el fin de que los menores reflexionen su su comportamiento en el año, pero esto puede repercutir a largo plazo.

Rosa Elena Meza Jaramillo, psioterapeuta con especialidaden Disciplina Positiva y Crianza Respetuosa, señala que hacer este tipo de chistes en los infante para darle un escarmiento no tiene ningún enfoque de respeto a la ilusión y la sorpresa que esperan los pequeños en estas fechas, lo que resulta ser una broma que violenta su experiencia para la fecha.
“El espacio más seguro que debería tener un niño es con sus cuidadores cercanos. Si lo que intentan enseñar las familias es que si se portan mal, Santa Claus les va a traer carbón, esperando que cambie su comportamiento de manera instantánea, la realidad es que lo que van a lograr que sean personas con miedo, que no confíen en los demás, que pierdan la imaginación y la ilusión”, declara Meza Jaramillo.
Además de ello, los infantes comenzarán a normalizar situaciones de burla, lo que puede repercutir en que cometan agresiones hacia otros compañeros. Por lo que estas acciones, más que ayudar a reflexionar a los menores, refuerzan conductas negativas, haciendo que sean peores a las de antes.
Señala que no se trata de satanizar el producto, pues es un emprendimiento más que incluso puede ser divertido en otros contextos, como para intercambios chuscos o bromas entre adultos, personas que tengan un nivel cognitivo para entender que es un regalo de broma y no un niño que puede no entender esta diferencia y se vulnera la infancia.

“¿Cómo vamos a hacer niños seguros, confiados e independientes si las primeras personas que pasan por encima de sus derechos son los mismos adultos que los deben cuidar?”. Indica que la conducta es algo que todos los días se moldea, por lo que no se puede esperar que una sola fecha cambie esto, especialmente para menores de 8 años, que no distinguen estos conceptos de broma ni regulan sus emociones.
“Tenemos que entender que nuestro trabajo como acompañantes de las infancias, de los 0 a los 8 años es ser su espacio seguro y co-regular a esos niños. Habrá que respetar las ilusiones, imaginaciones, este ser niños, sin que eso nos lleve a vulnerarlos, violentarlos y agredirlos de ninguna manera”.