Actualmente la crisis económica y la inflación nos ha alcanzado a todos, especialmente al sector de la tercera edad pues deben batallar para lograr llegar a fin de mes y decidir entre comprar uno y otro producto que resulte indispensable. Así es como Stella Maris y Francisco viven sus días de retirados en Argentina al tener que sobrevivir de la chatarrería.
Stella Maris tiene 69 años y Francisco De Aramburu, 75 años, ellos se conocieron desde 1997 y son pareja a partir del año 2001 con dos hijos y varios nietos; su historia tuvo lugar en un edificio que él administraba y ella cuidaba un puesto de flores. “La invité un 8 de enero a cenar y todavía seguimos cenando”, dijo Francisco al medio TN.
La severa crisis que azota en Argentina ha dejado estragos económicos fuertes en la tranquilidad de esta pareja que sale todos los días a buscar latas y metales para poder sobrevivir y llegar a fin de mes. “Vino la pandemia, un incendio, y acá estamos; tratando de recuperarnos y recuperar las cosas que se fueron perdiendo”, lamentó Stella Maris.
En los contenedores de basura buscan materiales que puedan servirles para venta y con eso apoyarse a salir adelante, pues la pensión que reciben no es suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Sólo en días buenos logran regresar a casa con bronce o cobre que les dejará una mejor ganancia.

Esta rutina comenzó desde la pandemia, pues entre la crisis y la contingencia sanitaria notaron que la gente salía a revolver los contenedores para juntar materiales reciclables que les pudieran generar un ingreso. “Si salís vas a encontrar a cuatro o cinco revolviendo la basura. Algunos juntan cartón; otros, plástico. Otros, lo que venga”.
A ellos les pagan 180 pesos argentinos -que equivalen a 18 pesos mexicanos- por cada kilo de latas y para lograr esa cantidad requieren hasta 70, es decir, deben juntar aproximadamente 700 latas para ganarse poco menos de 200 pesos mexicanos.
Ella cobra aproximadamente 3 mil 400 pesos mexicanos de su jubilación y Francisco 3 mil 300, pero con la recolección que hacen pueden llegar a reunir hasta siete mil más. “Salimos todos los días. Los domingos a la mañana los chicos del barrio se juntan y nos dejan las latas, entonces recogemos unas cuantas”, comentó el señor Francisco.
Y agregó: “No sentimos que estamos haciendo algo mal, porque lo que hacemos es sin molestar a nadie y a favor nuestro. En ese sentido estamos tranquilos”.

Sobrellevan la crisis
Los abuelitos aseguraron que intentan no lamentarse de su situación vulnerable pues a pesar de que a veces hay contenedores que no pueden ni siquiera abrir por los olores, ellos se arman de alcohol y un trapito para limpiarse al terminar.
“Tratamos de no lamentarnos por lo que nos pasa, es una costumbre que siempre manejamos”, refirió Stella.
Don Francisco comentó que se endulzan la vida con algún chiste para evitar que las lágrimas les inunden el rostro y mejor enfrentar las dificultades con firmeza. Además dijo a TN que no se debe perder la esperanza porque eso es lo que los mantiene de pie.
“Si yo lloro mucho los ojos se me llenan de lágrimas y no veo nada. Lo mejor, cuando pasa algo malo, es abrir los ojos y ver bien. A veces vamos por la calle, nos decimos cualquier tontería y nos empezamos a reír. No hay que perder la esperanza, porque si perdés eso perdés todo. Vas a quedar como un ser viviente y nada más. La esperanza es lo último que hay que perder. Yo también quería envejecer tranquilo, gozando del trabajo que hice entre mis 12 y 72 años. Pero no pude. Sin embargo, llevo la esperanza a cuestas, siempre viene conmigo”.
KVS