Más allá de la desagradable anécdota, lo interesante es que lo que la autora relata está sustentado con documentos y estudios clínicos que han desconcertado a médicos.
Utilizamos cookies para darte la mejor experiencia de usuario y entrega de publicidad, entre otras cosas. Si continúas navegando el sitio, das tu consentimiento para utilizar dicha tecnología, según nuestra Política de cookies. Puedes cambiar la configuración en tu navegador cuando gustes.