Erradicar la violencia contra las mujeres es uno de los grandes desafíos que enfrenta la democracia mexicana, pues la violencia, ya sea en el ámbito público o privado, vulnera el ejercicio pleno de los derechos humanos y libertades fundamentales de más de la mitad de la población del país que son las niñas y mujeres, afirmó Pablo Navarrete Gutiérrez, coordinador de Asuntos Jurídicos del Instituto Nacional de las Mujeres.
Durante su participación en el panel Violencia de Género: Acciones para Prevenirla y Erradicarla, el funcionario federal señaló que la violencia que viven niñas y mujeres por su sola condición de género debilita nuestra democracia, pues impide que más de la mitad de la población ejerza plenamente sus derechos humanos y libertades fundamentales consagrados en nuestra Constitución y en diversos instrumentos internacionales.
El desafío no es menor: se trata de promover un profundo cambio cultural que reconozca su dignidad y todos sus derechos, entre ellos a vivir sin violencia y libres de toda discriminación. En pocas palabras, igualdad, ni más ni menos, señaló.
Por ello, consideró clave que los compromisos, intereses y prioridades del Estado mexicano se construyan a partir de las necesidades de las mujeres.
La decisión del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, de establecer el género como eje transversal del Plan Nacional de Desarrollo y su iniciativa de ley para garantizar la paridad electoral, entre otras importantes decisiones, colocan a las mujeres en el centro de las políticas sociales, en donde siempre debieron estar, señaló.
Precisó que la violencia contra niñas y mujeres no sólo vulnera el derecho a la integridad física o psicológica de las víctimas, sino que es una escandalosa expresión de la discriminación y falta de acceso a la justicia, de ahí la importancia de garantizar a todas las personas, sin distinción alguna, el goce y ejercicio pleno de sus derechos y libertades fundamentes, “es una condición sin la que la democracia sencillamente no puede ser plena”.
El derecho de las niñas y mujeres a vivir sin violencia debe ser una realidad más que una aspiración democrática, señaló.