Sin ponerse los colores del PRI, José Antonio Meade, se convirtió en el primer candidato a la Presidencia del Revolucionario Institucional sin ser militante. Ante la plana mayor del partido: gobernadores y secretarios de Estado, se asumió como “nuevo general priista listo para la batalla”, en la que se juega el futuro de México.
El humo tricolor que emanó del Foro Sol anunció el habemus candidatum. No, no tenía la energía que irradió Bruno Mars hace unas semanas en el mismo escenario, pero supo encender al ejército priista con su orden: “vamos para adelante”.
La ex casa de los Diablos Rojos del México, equipo de sus amores de beisbol, se tiñó de escarlata para volverse a abrir a Meade y aceptarlo como su abanderado presidencial, esta vez ante la presencia de todos aquellos que en algún momento suspiraron por la nominación.
Ahora sí estuvo su amigo y mentor, el canciller Luis Videgaray, quien, como si anduviera en campaña, se arremangó la camisa para ovacionar a su delfín. En la segunda fila se sentó el ex secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, quien aclaró que “no hay duda, Meade es el bueno”.
Junto al hidalguense estaba el sonorense Manlio Fabio Beltrones, quien bajo una gorra con la leyenda “Yo Mero” siguió atento el discurso de Meade.
Los ex compañeros del gabinete no se hicieron esperar, encabezados por Videgaray, estaba los secretarios de Hacienda, José González Anaya; de Economía, Ildelfonso Guajardo; de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza; de Salud, José Narro; de Energía, Pedro Joaquín Coldwell; de Turismo, Enrique de la Madrid; de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Rosario Robles, y de Agricultura, José Calzada.
A los funcionarios federales les dejó un guiño para el fututo: “quiero agradecerles la oportunidad de vida de haber hecho equipo, y quiero reiterarles que estamos haciendo equipo hoy, y vamos a volver a hacer equipo mañana”.
De pie y en medio del escenario dijo su primer discurso como abanderado, el cual estuvo cargado de simbolismos y paradojas, como el hecho de que las figuras priistas notables permanecieran abajo, a pie de cancha, mientras que decenas de militantes de diferentes sectores acompañaron a Meade en el escenario para dar su posicionamiento.
Por momentos los presentes estaban fríos, como cuando reconoció al presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, y los aplausos fueron mesurados.
También agradeció a quien organizó la Convención de Delegados, a Claudia Ruiz Massieu. “Ella se hizo cargo de este evento, de que saliera bien” con una leve ovación.
Los vitoreos llegaron cuando Meade se declaró “implacable en el combate a la corrupción”. Fue ovacionado, entre otros, por el líder de los petroleros, Carlos Romero Deschamps, quien saltó de su silla y clamó: “¡Duro! ¡Duro! ¡Duro!”.
Meade no quiso dejar dudas de unidad y mencionó a cada uno de los aspirantes a gobernadores, confiando en que ganen en sus entidades para que los votos que obtengan se traduzcan en apoyo para él.
