Ciudad de México /
Pese a que parece no tener cabeza, el independentismo catalán consiguió echar más gasolina a la idea de que la región está oprimida. Además, movió el punto de gravedad de la discusión de la independencia al referéndum y generó una contra reacción de emergente nacionalismo español, que les permite reforzar el cliché de una España irreformable. A más de un mes del Referéndum, la dinámica es la contraria y poco se puede hacer ya para evitar el cercano precipicio. Habrá que ver cómo se reparten las culpas de la debacle de la región.
Escucha a Francisco Garduño, autor de la columna DOBLE O NADA.