Ciudad de México /
Centenares de secuestros, asesinatos y extorsiones impunes habían convencido a los Guerreros Unidos de que en aquella región no había otro mando que el suyo. Si las cuentas no le fallaron al jefe de Los Bélicos, los Guerreros Unidos fueron amos de Iguala durante un sexenio. Ahora huían por las carreteras y por los cerros. Cerros repletos de fosas y "tiraderos" que encierran las historias de la hora más negra de Iguala.