Los barcos destrozados yacen al filo de la bahía como monumentos a la furia del huracán Otis, que impactó esta costa hace medio año.
Hace seis meses era el Club de Yates de Acapulco. Hoy, apenas se pueden ver los nombres: El Dejavú o Santa Lucía, dibujados en los cascos de fibra de vidrio, como si se tratara de los epitafios de este cementerio de embarcaciones, y como un recuerdo de los 32 marineros que aún siguen desaparecidos.
“Aquí podemos ver el lugar donde se encontraba la embarcación en la que mi hermana desempeñaba el puesto de hostess, ya a seis meses de este desastre que pasó este huracán Otis”, recuerda a Notivox Enrique Andrade, hermano de Abigail, trabajadora del Yate Litos.

De la noche a la mañana, Enrique se convirtió en una víctima colateral de esta tragedia, obligándolo a elevar la voz por los cuatro tripulantes no localizados de este yate y emprendiendo una búsqueda a barlovento en el Pacífico mexicano.
“Se habían encontrado siete fósiles en diferentes momentos, de los cuales, nada más dos pertenecen a personas, y otros cinco pertenecen a animales.
“De esos dos restos, cada uno de los familiares dejamos las muestras de ADN”. Aunque ahora se sabe que uno de los restos encontrados pertenecía a otro cuerpo que fue arrojado al mar y que coincide con los registros del servicio forense.
La Secretaría de Marina ha encabezado las búsquedas para localizar a aquellos que quedaron atrapados en la tormenta empleando patrullas oceánicas y buzos, pero sin dar aún con su paradero. Cada martes se entrega un informe sobre los avances de las búsquedas a los familiares.

Se estima que unas 300 embarcaciones habrían resultado afectadas. Una buena parte quedaron encalladas, otras se fragmentaron durante la tormenta esparciendo sus piezas por toda la costera y otras más yacen en el fondo del mar. De ahí la exigencia para remover y retirar los yates del suelo marino.
“Yo tengo la certeza de que él haya quedado en lo que es Marina Acapulco, que haya quedado ahí su cuerpo, pero puede ser que esté debajo de unas embarcaciones, de las piedras debajo del mar hasta eso”, dice Marlen Tenorio, Cónyuge de José Federico Gómez Ortiz, del ‘Yate acarey’.

Aquella noche, Federico o Pancho Tequila, como le decían, vestía shorts azules, una camisa de tortuguitas y playera gris, desapareció el día que se hundió el ‘Yate acarey’.
“Fue como dicen las películas… una película de terror, sinceramente lo único que se puede hacer es tener precaución, mucha precaución, porque por más que uno les diga que no laboren, es el trabajo para algunos…
“Nosotros le decíamos a mi marido que no fuera, y él decía ‘me van a correr’, bájate porque se está poniendo feo, ‘no me puedo bajar porque el patrón quiere que nos quedemos aquí’.
Y concluye: “sinceramente, no vale la pena exponer su vida porque los patrones se lavan las manos rápido”.

A seis meses de la tragedia, Cristina Sánchez, esposa de Fernando Parra, mecánico del yate Litos, recuerda los últimos momentos con su esposo, quien una noche se fue a trabajar, zarpó y ya no regresó.
“Tenía que quedarse ahí, me dijo que iba a estar ocupado, que no me iba a contestar las llamadas pero que nos estábamos mensajeando, que se iba a quedar despierto toda la noche para monitorear, para ver qué tenían los protocolos de seguridad, que estuviera tranquila, que nos cuidáramos, que iba a ser mucha agua…
―¿Sabía que habría una tormenta?―.
“Sí, ellos les avisaron, creo dos días antes. Capitanía emitió una alerta de huracán, pero no de ese tamaño”.

Pero ahora, las familias no solo deben buscar entre los escombros marinos alguna pista, sino que también deben enfrentarse a otro problema: el de la burocracia, pues la ley no considera a los desaparecidos de desastres naturales como víctimas de esta tragedia, y no cuentan con documento que acredite que su familiar no ha sido localizado, por lo que no pueden acceder a un seguro o un programa social.
“No podemos proceder en nada porque no tenemos ningún acta de defunción de los familiares, porque no existe ningún cuerpo.
“Es un proceso que, a través de la instrucción de nuestro Presidente, se nos está dando el apoyo para que podamos continuar con una pensión para nuestras personas que quedaron desprotegidas”, dice Enrique, Hermano de Abigail y tío de tres menores de edad que ahora debe cuidar.

Y no les queda más que esperar: “Como familiar, es frustrante, porque lo que uno quiere es tener una noticia, tener un cierre. Sé que la Marina hace su trabajo y también para ellos es frustrante, los buzos bajan… y hay lugares donde no pueden acceder por la marea, las olas rompen las piedras, el último lugar de ubicación de el litos fue detrás de las rocas”, dice Cristina.
EHR