Patricia González, quien hace 10 años fue víctima de explotación sexual, entregó su relato de los angustiantes momentos que vivió cuando un sujeto la obligó a ejercer la prostitución en la Ciudad de México tras llegar de Veracruz.
“Saber que me estaban vendiendo me hacía sentir muy mal, sucia y despreciada. Durante el tiempo que estuve atrapada, lloraba todo el tiempo, no decía absolutamente nada, tampoco comía, recuerdo que era un robot que no sentía y que solo obedecía, estaba perdida”.
La mujer, originaria de Veracruz, aseguró, que en ese entonces nunca se imaginó lograr lo que hasta ahora ha hecho: es la presidenta honoraria de la Organización Unidos contra la Trata, también es defensora de los derechos humanos y tiene una licenciatura en Derecho. “Todo lo necesario para ayudar y asesorar a quien no ha podido salir de ese mundo, a quien necesita que le tiendan la mano”.
Recordó que apenas tenía 16 años cuando conoció a Pedro, su tratante, quien por medio de atenciones, buenos tratos y llamadas telefónicas constantes, logró su confianza hasta conquistarla y hacerla su novia.
“Él me daba toda la atención que yo necesitaba, acababa de perder a mi abuelita, entonces estaba destrozada, sumado a esto, yo venía de una familia muy desintegrada donde nunca tuve una madre o un padre que viera por mí, Pedro siempre estaba pendiente de mí y esto me hizo vulnerable”, señaló.
Después de presentarla con su familia y proponerle matrimonio, Pedro le pidió a Patricia que le ayudara con los gastos económicos del hogar y con los preparativos de la boda, pues estaba atravesando por una mala racha económica y lo que ganaba con la venta de ropa, no le alcanzaba.
En una primera instancia, Pedro le sugirió a su prometida trabajar en un table dance, propuesta que fue rechazada, pero el tratante no quitó el dedo del renglón y tiempo después llegó un segundo exhorto, trabajar como “acompañante” en la Ciudad de México.
Víctima de violencia psicológica
“Su familia era cómplice, sabían a qué se dedicaba Pedro y sabían lo que tenían que hacer, yo creía que era tal cual acompañar a alguien, en el sentido de cuidar a una persona mayor o cuidar a un menor de edad pero estaba equivocada. Ese mismo día tramitó los documentos falsos para aparentar que era mayor de edad y enviarme a la Ciudad de México”, dijo en entrevista para MILENIO.
Cuando llegó a la Ciudad de México, fue canalizada al Hotel Las Américas, ubicado en La Merced -una de las principales zonas donde se ejerce la prostitución en la Ciudad de México- donde su cuñada “le enseñó a vestirse, a maquillarse, a cobrar y a sonreír para fingir que el sexo obligado le gustaba”.
“Ya no tenía opción, aunque nunca hubo violencia física, pero si hubo violencia psicológica, es más grave porque te hacen coco wash y al final piensas que es tu culpa, que te lo mereces y que solo para esto sirves. Yo lo hacía porque tenía la ilusión de casarme y por miedo porque ya no sabía que hacía”, comentó.
Para su fortuna, la pesadilla solo duró una semana. En un operativo policiaco realizado en 2009, fue rescatada y canalizada a la Fundación Camino a Casa, donde se le brindó la atención médica y psicológica necesaria.
Pedro, su agresor, fue detenido en el operativo pero no fue sentenciado por el delito de trata de personas, lo que le permitió abandonar la cárcel antes de cumplir la condena impuesta. Sin embargo, aceptó colaborar con organizaciones sociales dedicadas a combatir el delito, con lo que obtuvo el perdón de su víctima.
“Fue detenido y condenado a 14 años, lamentablemente solo cumplió seis porque no fue castigado por Trata porque no existía la Ley como la que opera ahora. Hace dos años tuvimos un careo, se dio la justicia restaurativa y me pidió perdón por el daño que me hizo y colaboró para salvar a otras personas, cerré ese círculo y eso me ha hecho crecer como persona”, afirmó.
OMZI